"Ventana abierta"
La Buena Semilla
El que lucha como atleta, no es coronado si no
lucha legítimamente. He acabado la carrera, he guardado la fe.
2 Timoteo 2:5; 4:7
Los atletas (2)
Como lo vimos ayer, Pablo a menudo se refería a
circunstancias de la vida diaria, tales como competiciones deportivas o eventos
militares de su tiempo. Ahora nos presenta otro aspecto de esa competición:
“El que lucha como atleta, no es coronado si no
lucha legítimamente” (2 Timoteo 2:5). En este texto bíblico no se trata
solamente de ganar a los demás. Lo que cuenta también es la manera de correr.
Es necesario hacerlo “legítimamente”, es decir,
obedecer las reglas de este deporte. Al cristiano se le pide conocer las reglas
de la vida cristiana y luego ponerlas en práctica, en otras palabras, debe
seguir las enseñanzas de la Palabra de Dios.
Al final de su vida, el apóstol Pablo declaró:
“He acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la
corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no
solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8).
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado (el premio); pero una cosa
hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús” (Filipenses 3:13-14).
Así, Pablo describe su vida como una carrera
orientada hacia un solo objetivo, llevada a cabo con toda la energía posible
para lograrlo.
La meta de nuestra carrera es Cristo.
Al llegar a la meta, cuando hayamos acabado la
carrera, estaremos ante el Juez justo (2 Corintios 5:10). ¡Qué recompensa
será escuchar al Señor decir: “Entra en el gozo de tu Señor!”.
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