"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
Me pregunto si en mi oración personal están realmente incorporadas las tres
Personas de la Trinidad, si invoco al Espíritu y me dejo llevar por él hacia
Jesús y hacia el Padre.
Puedo hacerlo así: Imaginar a Cristo y detenerme a contemplar la herida de su
corazón. Reconocer el amor inmenso que se expresa en esa herida: "Me
amó y se entregó por mí" (Gálatas 2,20). Así, le pido que desde ese
corazón abierto derrame en mi vida el fuego del Espíritu Santo.
Imagino al Espíritu que brota para mí, y penetra en mí, desde el corazón de
Jesús resucitado.
Luego, poco a poco, le entrego al Espíritu Santo todas las áreas de mi ser: mis
pensamientos, mi cuerpo, mi imaginación, mis deseos, mis planes, etc. Pido que
derrame su luz y su fuego purificador en todos los detalles de mi existencia y
que me haga más parecido a Jesús en mis reacciones, palabras, actitudes, etc.
Después le pido la gracia de entrar con confianza en el corazón de Cristo para
que allí se sanen todas mis heridas, se sacie mi necesidad de amor, se llenen
de luz y de vida todas las cosas buenas que pueda haber en mí y se quemen todas
las semillas del mal.
Sintiéndome profundamente unido a Jesús, digo la oración que Jesús nos enseñó,
el Padrenuestro, tratando de expresarla con los mismos sentimientos que tiene
Jesús hacia el Padre, y dejando que el Espíritu grite en mí "¡Padre!".
http://bit.ly/2KTVzEr
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