"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
NATIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA
Esta fiesta mariana tiene su origen
en la dedicación de una iglesia en Jerusalén. La piedad cristiana siempre ha
venerado a las personas y acontecimientos que han preparado el nacimiento de
Jesús.
María ocupa un lugar privilegiado y
su nacimiento es motivo de gozo profundo.
Miq. 5, 1-4a
1 Mas tú, Belén Efratá, aunque eres
la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de
dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de
antaño.
2 Por eso él los abandonará hasta el
tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus
hermanos volverá a los hijos de Israel.
3 El se alzará y pastoreará con el
poder de Yahveh, con la majestad del nombre de Yahveh su Dios. Se asentarán bien, porque
entonces se hará él grande hasta los confines de la tierra.
4 El será la Paz.
(v. 1) -
Parece querar dar aquí Miq. con “Efratá” el
sentido etimológico de “fecunda” en relación con el nacimiento
del Mesías. Efratá designaba:
1º)
un clan aliado de Caleb (I Cro. 2, 19, 24, 50) y establecido
en la región de Belén (Is. 17,
12; Rt. 1, 2).
2º) Luego el nombre pasó
a la ciudad (Gn. 35, 19; 48, 7) (Jos. 15, 59; Rt. 4, 11) y de
ahí la glosa del texto. Miq. está pensando en los antiguos orígenes de
la dinastía de David.
3º) Los evangelistas
reconocerán en “Belén de Efratá” la designación del lugar del
nacimiento del Mesías.
- El origen de la dinastía del
Mesías es “de antigüedad” “desde los días de antaño”.
(v. 2)
- Jahvé los abandonará hasta que la Madre del Mesías dé a luz. Miq.
piensa tal vez en el célebre oráculo de la “ALMAH” de (Is. 7, 14) que pronunció
Isaías 30 años antes.
(v. 3)
- Este “salvador” hará retornar a los hijos
dispersos a Israel y tendrá la misma fuerza de Jahvé para pastorearlos y con la
misma majestad del nombre de Jahvé les regirá. Su trono “se asentará
bien”, es decir, será perpetuo y su nombre
grande entre todos los grandes y en todos los confines de la tierra.
(v. 4)
- “El será la Paz” anuncia este oráculo una
victoria futura sobre Asur, atribuyéndola al hijo de David (v.
5b) y a los jefes de Judá (v. 4b) (Jc. 6, 24).
Rm. 8, 28-30
28 Por lo demás, sabemos que en todas
las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han
sido llamados según su designio.
29 Pues a los que de antemano
conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que
fuera él el primogenito entre muchos hermanos;
30 y a los que predestinó, a ésos
también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.
(v.
28) - “Lo sabemos” porque nuestra esperanza no
defrauda, pues está puesta en Dios y ella nos permite soportar con paciencia “los sufrimientos
del tiempo presente” (v. 18), pues todo concurre para el bien nuestro.
Esto no significa que los sufrimientos no sean tales para el cristiano o más
llevaderos, no, la diferencia es que éste, a diferencia del pagano, soporta con
esperanza.
-
El amar a Dios no es mérito nuestro. Le amamos porque primero
hemos sido amados por El y esto se explaya en los versículos siguientes (5, 5)
(8, 26). Los que aman a Dios son los mismos que Él ha llamado en su voluntad
salvífica: esta es nuestra vocación.
(v.
29-30) -
1) Nos conoce con Amor, en la eternidad.
2)
Nos hace conformes a la imagen de su Hijo en la historia, es
decir, en el tiempo.
3)
Nos llama, con una vocación salvífica en la
historia.
4)
Nos justifica, es decir, nos hace santos también en el tiempo.
5)
Nos glorifica ya en la eternidad. Pues por la fe somos
exaltados (3, 27.28; 5, 1)
-
Este bien futuro de la gloria de Dios se les comunica ya ahora a los creyentes,
inicialmente, junto “con las primicias del Espíritu” (v. 23). Y
esa gloria no es otra que el don del Hijo de Dios (v. 32) (Leer Biblia de
Jerusalén, Nota al v. 29).
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