"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO XXIII (T.
ORDINARIO)
CICLO
A
-
LA CORRECCION OBRA DEL AMOR Y DE CELO -
Ez. 33, 7-9
7 A
ti, también, hijo de hombre, te he hecho yo centinela de la casa de Israel.
Cuando oigas una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte.
8
Si yo digo al malvado: « Malvado, vas a morir sin remedio », y tú no le hablas
para advertir al malvado que deje su conducta, él, el malvado, morirá por su
culpa, pero de su sangre yo te pediré cuentas a ti.
9
Si por el contrario adviertes al malvado que se convierta de su conducta, y él
no se convierte, morirá él debido a su culpa, mientras que tú habrás salvado tu
vida.
- Comienza en este capítulo 33 un nuevo
período en el ministerio del profeta. Nabucodonosor ha invadido Palestina, es
el año 587 A.C. y Ezequiel recibe la palabra de Jahvé para animar a los
vencidos y después deportados a Babilonia.
- Recibe la misma misión y en términos
idénticos que la había recibido después de su visión inaugural (3, 17-21).
- Ezequiel es puesto como centinela sobre
la casa de Jahvé. Tiene un gran cometido y responsabilidad el profeta, ha de
avisar y corregir al malvado sin tener en cuenta el resultado positivo o
negativo de su amonestación. Jahvé le examinará como pastor que
es de su pueblo y responsable si no les avisa del mal que hacen. Su salvación
está condicionada al celo en guardar a su grey,
sea grande o pequeña.
- Es el mismo cometido de los pastores del
pueblo de Dios, de los superiores, de los padres y educadores. Dejar perecer en
el pecado a un hijo o hermano sin tenderle la mano es una vileza, un egoísmo
del que Dios pedirá estrecha cuenta. El temor a ser rechazado, a perder la
popularidad o ser tachados de intransigentes no justifica el “lavarse las manos” o “dejar pasar”. El que ama no se da paz
mientras no haya modo de llegar al culpable con bondad y firmeza. Y si a pesar
de sus tentativas y exhortaciones no consigue su empeño, orará y hará
penitencia para obtener la gracia de Dios.
- Es el amor el que define y
justifica el buen celo.
Rm. 13, 8-10
8
Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo,
ha cumplido la ley.
9
En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos
los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo.
10
La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su
plenitud.
- La gran deuda que cada uno
ha de salvar con su prójimo es la del amor mutuo. Es deuda porque
es una exigencia de la naturaleza humana y Dios mismo la ha querido tutelar con
un mandamiento muy importante, síntesis de toda la Ley (Lv. 19, 18). Amor
ordenado, no sólo al bien material de los hermanos, sino también al espiritual
y eterno. Si quiere para sí la salvación, está obligado a quererla para los
otros y es condición previa para su propia salvación, como nos amonesta el
Señor por boca de Ezequiel en la primera lectura.
- El amor, para el cristiano es su tarea
permanente como lo fue para su Maestro Jesús. Prójimo no es
para el cristiano, como para el hombre del Antiguo Testamento, solamente el
miembro del mismo pueblo, sino toda la familia humana unificada en Cristo (Gal.
3, 28) (Mt. 25, 40).
- En amar como Cristo, Dios nos da la nueva
posibilidad de “ser
perfectos como el Padre Celestial” y de que los hombres reconozcan en este acto el “acto de Cristo”.
- Es ésta también la ofrenda del propio “cuerpo” (12, 1).
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