"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para
que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares
en el mundo.
Filipenses 2: 14-15
La antorcha de la fe
En la antigua Grecia existía un juego deportivo
llamado “la carrera de las antorchas”. Se trataba de una carrera nocturna de
relevos. Cada atleta entregaba al siguiente participante de su equipo una
antorcha encendida. El equipo que primero lograra pasar la antorcha hasta el
fin sin que se apagase, ganaba la carrera. Debía ser un espectáculo pintoresco
e impresionante ver todas aquellas luces desplazarse rápidamente en la
oscuridad.
Desde el principio del cristianismo, cada
generación de creyentes transmite la “antorcha” de la fe a la siguiente
generación. Aún hoy esas luces brillan esparcidas por todo el mundo. Están
constituidas por el testimonio que cada creyente rinde a su Señor.
¿Qué antorchas brillan con más intensidad? Las
de los creyentes que aman a Jesucristo con todo su corazón y se esfuerzan en
obedecer sus enseñanzas. Mediante su comportamiento, sus palabras y sus hechos,
pueden reflejar a su modelo, Aquel que es “la luz del mundo” (Juan 8: 12).
¿Qué corredores ganan en la carrera cristiana?
Los que ponen la mirada de la fe en la meta de su carrera: Jesús, victorioso,
resucitado y llevado al cielo, el autor y consumador de la fe. Desde el cielo
los dirige y los anima.
Anhelemos formar parte de esos vencedores. El
Señor nos dice: “Vosotros sois la luz del mundo… Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5: 14, 16).



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