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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

lunes, 31 de mayo de 2021

REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE LA VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA. Lunes, 31 - Mayo - 2021

 "ventana abierta"

De la mano de María

Héctor L. Márquez (Conferencista católico)


REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE LA VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA


“¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre”.

Hoy celebramos la Fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen María a su prima Isabel. La liturgia nos regala ese hermoso pasaje del Evangelio según san Lucas (1,39-56) que nos relata el encuentro entre María e Isabel. Comentando sobre este pasaje san Ambrosio dice que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.

Continúa narrándonos la lectura que al escuchar el saludo de María, Isabel se llenó de Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre”.

¿Qué fuerza tan poderosa acompañó aquél saludo de María? Nada más ni nada menos que la presencia viva de Jesús en su vientre, unida a la fuerza del Espíritu Santo que la había cubierto con su sombra produciendo el milagro de la Encarnación. En ocasiones anteriores hemos dicho que el Espíritu Santo es el Amor infinito que se profesan el Padre y el Hijo que se derrama sobre nosotros. Ese mismo Espíritu contagió a Isabel y a la criatura que llevaba en su vientre, haciéndoles comprender el misterio que tenían ante sí, llenándolos de la alegría que solo podemos experimentar cuando nos sentimos inundados del Amor de Dios.

Una anécdota cuenta de un prisionero en un campo de concentración que, en sus momentos de más aflicción, imploraba este don con una sencilla jaculatoria: “¡Salúdame, María!”

En el momento de la Anunciación, el mismo Espíritu que fue responsable del lanzamiento de la Iglesia misionera (Hc 2,1-40), impulsó a María a partir en su primera misión para asistir a su pariente Isabel, quien por ser de edad avanzada necesitaba ayuda. ¡Y qué ayuda le llevó! La fuerza del Espíritu Santo que le permitió reconocer la presencia del Hijo, bajo la mirada amorosa del Padre. ¡La Santísima Trinidad!

Así, la primera misión de María comenzó allí mismo, en la Anunciación. Ante la insinuación de Ángel de que su prima Isabel estaba encinta, inmediatamente se puso en camino, presurosa, hacia el hogar de su prima. Pudo haberse quedado en la comodidad y tranquilidad de su hogar adorando a Jesús recién concebido en su seno.

Tampoco se detuvo a pensar en los peligros del camino. Más bien, se armó de valor y, a pesar de su corta edad (unos dieciséis años), partió con el Niño en su seno virginal. María misionera salió de Nazaret, simplemente para servir… Algunos autores, al describir esta primera misión de María, la llaman “custodia viva”, describiendo ese viaje como la primera “procesión de Corpus”. El alma de María había sido tocada por el que vino a servir y no a ser servido, y optó por seguir sus pasos no obstante los obstáculos, mostrándonos el ejemplo a seguir.

Del mismo modo, cada vez que visitamos a un enfermo, o a un envejeciente, o a cualquier persona que necesita ayuda o consuelo, y le llevamos el amor del Padre y el Hijo que se derrama sobre nosotros en la forma del Espíritu Santo, estamos siguiendo los pasos de María misionera.

En esta Fiesta de la Visitación, imploremos a María con la misma jaculatoria del prisionero de la anécdota, diciendo con fe: “¡Salúdame María!”

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