"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Bendito el varón que confía en el Señor, y cuya
confianza es el Señor. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas,
que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor,
sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará
de dar fruto.
Jeremías 17: 7-8
La confianza en Dios
El agua es uno de los principales elementos que
entran en la formación de un árbol. Según las variedades, ella representa entre
30 y 80% de sus elementos. Para compensar la evaporación, el árbol debe sacar
constantemente una gran cantidad de agua de la tierra.
Sucede lo mismo con el creyente. Si quiere
crecer espiritualmente, debe beber sin cesar de la fuente espiritual: el Señor
Jesús. En la práctica esto significa vivir cerca de él mediante la oración y la
lectura de la Biblia. El contacto con otros creyentes enriquecerá esta
relación.
Cada día vivido cerca del Señor nos hace
progresar y nos arraiga en su amor (Efesios 3: 18). Pero como el árbol
está sometido al calor del verano, nuestras vidas también pueden ser turbadas
por las dificultades: problemas familiares, enfermedades, desempleo, e incluso
incomprensiones entre cristianos. Hay razones para estar inquietos, desanimados
y abatidos, pero la Biblia afirma: “No se fatigará”, e incluso no “dejará de
dar fruto”. El que deposita su confianza en el Señor siente las dificultades,
sufre debido a ellas, pero permanece firme y sereno. La prueba se convertirá en
una nueva ocasión para experimentar la gracia de Dios.
Ese follaje permanece verde: lo que vemos del
creyente, su paz, su serenidad, no es afectado por lo que atraviesa. Su
confianza en Dios no se evapora bajo la presión de las dificultades. Incluso
aislado, toma el alimento directamente de Dios, para llevar fruto, es decir,
para mostrar en su conducta los caracteres del Señor.
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