"Ventana abierta"
LA VISITACIÓN
Juan López de Úbeda
Virgen con tanto fervor?
Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.
Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.
Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!
Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.
Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...
Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.
Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.
"Ventana abierta"
LA VISITACIÓN
Juan López de Úbeda
"Ventana abierta"
La Buena Semilla
(Dios dijo:) Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
Isaías 55: 11
Un monedero robado
En una reunión, varios cristianos dieron
testimonio de lo que Cristo había hecho en sus vidas. Uno de ellos contó: “Yo
era un hábil carterista; todos mis compañeros lo sabían. Cierto día noté que el
bolsillo del pantalón de un hombre que caminaba delante de mí parecía bien lleno.
¡Buen negocio, una billetera llena! En un abrir y cerrar de ojos ese tesoro
estaba en mi bolsillo. Cuando regresé a casa, ¡qué horror! No era un monedero
lo que había robado, sino un libro. ¡Un Nuevo Testamento, además! Furioso, lo
lancé a una esquina. Más tarde, mientras ponía orden, me encontré con él.
Empecé a leerlo por curiosidad. Cada día me interesaba más, y por medio de ese
Nuevo Testamento conocí a mi Salvador Jesucristo”.
¡Dios emplea medios sorprendentes! Pero por
medio de ellos muestra su compasión y su gracia. Pone en evidencia el poder de
su Palabra en las vidas alejadas de él.
Si reuniésemos todos los testimonios de
conversiones insólitas, obtendríamos auténticas novelas de aventuras. Tal
incidente y tal cambio radical podrían parecer exagerados a una mente racional.
¡Pero el que ha vivido una experiencia semejante sabe lo que vivió!
“Como tú no sabes cuál es el camino del viento,
o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra
de Dios, el cual hace todas las cosas” (Eclesiastés 11: 5).
“Jesús dijo: No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo 9).
"Ventana abierta"
Desde niña me enseñaron que el mes de Mayo era el mes de la Virgen por antonomasia, me enseñaron a llevar flores a María, a rezarle y recordarla con ese canto del "VENID Y VAMOS TODOS", aunque Ella como Madre está siempre en nuestro corazón de hijos.
Las niñas que fuimos a colegios religiosos aprendimos a cantar:
Se dedicaba un altar a la Virgen y durante todo el mes de Mayo se le iba llevando flores.
Recuerdo aquel olor a rosas tan intenso y penetrante, también las humildes florecillas que llevábamos algunos niños/niñas, y aquellos cánticos, además del venid y vamos todos - que ya he mencionado- cantábamos también: "El trece de mayo"... "Dios te salve María"... alrededor del claustro del colegio, hasta llegar al altar de la Virgen donde depositábamos las flores.
Cuando fui mayorcita me gustaba asistir al Rosario de la Aurora. Era una aventura -ya que no era cosa que lo hiciéramos normalmente- levantarse a las 5:30 de la mañana para estar puntualmente en la parroquia a las 6, donde desde allí se iniciaba la salida con la Virgen en andas delante, y todos detrás en procesión por las calles del barrio cantando el Santo Rosario. Unos llevando flores, y otros unas velas encendidas, que iluminaban la imagen de la Virgen, reflejando al mismo tiempo su sombra en el suelo con destellos de luz brillante, máxime si había llovido anteriormente y estaban las calles mojadas.
A la vuelta del recorrido, se solían dejar las flores a los pies de la Virgen, ya dentro de la Iglesia... y las velas nos las dejaban llevar a casa como recuerdo de ese día memorable... ¡qué tiempos aquellos!...
Por eso en este mes nos acercamos un poquito más, nos acercamos a Ella en las miles de ermitas, santuarios, lugares donde se le venera con tantos nombres, con tantas advocaciones, a la que tiene un solo Corazón, un Corazón de madre, un Corazón tan grande que todos tenemos cabida en él.
Que Ella nos colme a sus hijos, de todas sus bendiciones.
"Ventana abierta"
Mons. Víctor Manuel Fernández
Algunos, ya desde niños, abrieron su corazón a la gracia del Espíritu Santo. Pero otros se resistieron mucho tiempo. Veamos el ejemplo del apasionado y mundano San Agustín. Él mismo nos cuenta cómo gastó muchos años de su vida esclavizado en muchos pecados:
"Ardía en el deseo de saciar mis bajos apetitos, y me convertí en una selva de amores oscuros... Me excedí en todo... Le concedí a la lujuria todo poder sobre mi vida y con todas mis fuerzas me entregué a ella" (Confesiones 2,1-2).
Pero a pesar de haber conocido de cerca los vicios y todo tipo de placeres, cuando abrió el corazón al amor de Dios, se lamentó de haber gastado sus energías en esas vanidades, se lamentó de no haber encontrado antes el cautivante amor divino: "¡Qué tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva!" (Confesiones 10,27).
Muchos de nosotros no hemos tenido nunca una vida muy desenfrenada, o no hemos experimentado una maravillosa liberación como Agustín. Pero todos estamos llamados a una vida mejor, más santa, más buena (Filipenses 3,12-14). Invoquemos al Espíritu Santo para poder lograrlo. Él es capaz de transformarlo todo si le damos espacio en nuestra existencia.
http://bit.ly/2KTVzEr
#CincoMinutos #EspírituSanto #VíctorManuelFernández #EditorialClaretiana
"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA LA FIESTA DE LA VISITACIÓN
DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
“¿Quién soy yo para que me visite la madre de
mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría
en mi vientre”.
Hoy celebramos la Fiesta de la Visitación de la
Santísima Virgen María a su prima Isabel. La liturgia nos regala ese hermoso
pasaje del Evangelio según san Lucas (1,39-56) que nos relata el encuentro
entre María e Isabel. Comentando sobre este pasaje san Ambrosio dice que fue
María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la
que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.
Continúa narrándonos la lectura que al escuchar
el saludo de María, Isabel se llenó de Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo
para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos,
la criatura saltó de alegría en mi vientre”.
¿Qué fuerza tan poderosa acompañó aquél saludo
de María? Nada más ni nada menos que la presencia viva de Jesús en su vientre,
unida a la fuerza del Espíritu Santo que la había cubierto con su sombra
produciendo el milagro de la Encarnación. En ocasiones anteriores hemos dicho
que el Espíritu Santo es el Amor infinito que se profesan el Padre y el Hijo
que se derrama sobre nosotros. Ese mismo Espíritu contagió a Isabel y a la
criatura que llevaba en su vientre, haciéndoles comprender el misterio que
tenían ante sí, llenándolos de la alegría que solo podemos experimentar cuando
nos sentimos inundados del Amor de Dios.
Una anécdota cuenta de un prisionero en un
campo de concentración que, en sus momentos de más aflicción, imploraba este
don con una sencilla jaculatoria: “¡Salúdame, María!”
En el momento de la Anunciación, el mismo
Espíritu que fue responsable del lanzamiento de la Iglesia misionera (Hc
2,1-40), impulsó a María a partir en su primera misión para asistir a su
pariente Isabel, quien por ser de edad avanzada necesitaba ayuda. ¡Y qué ayuda
le llevó! La fuerza del Espíritu Santo que le permitió reconocer la presencia
del Hijo, bajo la mirada amorosa del Padre. ¡La Santísima Trinidad!
Así, la primera misión de María comenzó allí
mismo, en la Anunciación. Ante la insinuación de Ángel de que su prima Isabel
estaba encinta, inmediatamente se puso en camino, presurosa, hacia el hogar de
su prima. Pudo haberse quedado en la comodidad y tranquilidad de su hogar
adorando a Jesús recién concebido en su seno.
Tampoco se detuvo a pensar en los peligros del
camino. Más bien, se armó de valor y, a pesar de su corta edad (unos dieciséis
años), partió con el Niño en su seno virginal. María misionera salió de
Nazaret, simplemente para servir… Algunos autores, al describir esta primera
misión de María, la llaman “custodia viva”, describiendo ese viaje como la
primera “procesión de Corpus”. El alma de María había sido tocada por el que
vino a servir y no a ser servido, y optó por seguir sus pasos no obstante los
obstáculos, mostrándonos el ejemplo a seguir.
Del mismo modo, cada vez que visitamos a un
enfermo, o a un envejeciente, o a cualquier persona que necesita ayuda o
consuelo, y le llevamos el amor del Padre y el Hijo que se derrama sobre
nosotros en la forma del Espíritu Santo, estamos siguiendo los pasos de María
misionera.
En esta Fiesta de la Visitación, imploremos a
María con la misma jaculatoria del prisionero de la anécdota, diciendo con fe:
“¡Salúdame María!”
"Ventana abierta"
"Ventana abierta"
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
En las fiestas siempre nos gusta hinchar algún globo.
Así, en cada cumpleaños, hacemos alguna flor con los mismos, o incluso algunas
figuras con globos largos.
Pero últimamente nos regalaron globos de helio con unas
bombonas para poder hincharlos. ¡Esos sí que son alucinantes! No me extraña que
a los niños les gusten tanto...
En cierto sentido, todos tenemos un parecido a los
globos: unos más bonitos, otros más grandes, otros pequeños... pero, en
definitiva, lo que nos da vida no es el exterior, sino el “aire” del que
estamos llenos.
El Señor quiere ser para nosotros como el helio para el
globo. Quiere llenar nuestro interior de Su Espíritu que da Vida, que es capaz
de elevarnos, impidiendo que ningún peso tire de nosotros hacia abajo. Él nos
hace ligeros, nos mantiene erguidos, Él quiere que miremos al cielo, y que
nuestra vida haga que también otros miren más hacia arriba que hacia abajo.
Cristo nos invita a dejar en Él todos los otros
contenidos que invaden nuestro interior y que nos impiden volar. Él no se
conforma con un huequito del corazón: ¡lo quiere todo! Y así la vida va
consistiendo poco a poco en soltar “nuestros aires” para dejarnos llenar por
Él.
Hoy el reto del amor es divertir a alguien con tu compañía. Como los globos de helio, que a todos nos vuelven un poco niños y nos hacen mirar al cielo: que hoy tu vida sea alegría para una persona, escucha que ayuda al otro a aligerar también su vida, y un aliento fresco capaz de elevar la mirada del otro hacia el cielo. ¿Hoy?... ¡Como un globo en las manos del Señor!
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
"Ventana abierta"
"Ventana abierta"
Carta Pastoral Jornada Pro Orantibus: «A las que viven en el corazón de
la Trinidad»
Queridas hermanas
contemplativas:
Os ha tocado en suerte celebrar Jornada de la Iglesia que llama la
atención sobre vuestra vocación y vuestra vida, justamente en la fiesta más
significativa del Año Litúrgico. No se trata de comparar unas fiestas con
otras, porque cada una recoge la riqueza de gracia que el Señor nos ha regalado
en el tiempo, para que gocemos de los misterios de nuestra fe. Pero es evidente
que celebrar a la Santísima
Trinidad, como dirían nuestros jóvenes, es “una verdadera pasada”. Es
evocar a Dios mismo en su ser y en su relación, como decimos en la teología, en
su economía de salvación.
En la contemplación de ese misterio, cada año la Iglesia mira con afecto
maternal a quienes habéis optado por vivir en el corazón de la Trinidad
Santísima. Ese corazón está en vuestros Monasterios como don de Dios, por eso
irradiáis tanta alegría y gratitud y sois la mejor expresión en la Iglesia de
la alegría del Evangelio. Estáis en el corazón de la Trinidad porque solo el
amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo acerca y abre al amor de los
hermanos, especialmente cuando sufren y buscan. Es por eso que la “vida
consagrada es una historia de amor apasionado por el Señor y por la humanidad”.
Vosotras sois quienes, de un modo más puro, unís la fidelidad amorosa a Dios y
la fidelidad servidora al hombre, al ser humano.
Este año, justamente, celebramos esta Jornada en la compañía sufriente de
toda la humanidad, que está pasando por una terrible crisis sanitaria la de la COVID-
19 y otras crisis que han sobrevenido sobrevendrán. Como sabéis muy bien, ante
esta situación corre por el mundo un clamor, el de las preguntas, los deseos,
la búsqueda de un cambio que mejore nuestra humanidad. En vuestro caso ese
clamor se hace con oración y contemplación, por solidaridad con todos y porque
también muchas de vosotras habéis sido también víctimas en vuestros monasterios
del dolor e incluso de la muerte, que a tantos ha afectado en esta terrible
pandemia.
Este año, la Iglesia ha querido que en esta Jornada se ponga de relieve
vuestra preciosa cooperación en estos ya muy largos días de sufrimiento: “La vida contemplativa, cerca de Dios y del
dolor humano”, dice el lema. En verdad es así el estilo de vida que elegís
las contemplativas; aunque muchos, sin embargo, no perciban los beneficios que
se reciben de vuestra vida. Pero ¡sois tan necesarias! Si muchos supieran lo
que le dais a la humanidad que tantos problemas tiene y tantas situaciones
difíciles, complejas y dolorosas padece. Me gustaría decir, a modo de grito,
para un despertar de cierta humanidad dormida a los bienes de Dios, lo que en
verdad sois vosotras.
Lo digo con lo que han escrito los Obispos de la Comisión Episcopal
para la Vida Consagrada: “Allí, en lo escondido de su corazón, donde están a
solas con el Amigo, se unen a
todos los seres humanos, especialmente a quienes están heridos, y desde ese
lugar de encuentro sagrado aprenden y enseñan a llamar a todos amigos. No puede ser de otro modo,
porque la forma más radical de hospedar al prójimo es hacerlo en el Dios que
nos ha creado hermanos todos.
Esta es la vía por la cual la vida contemplativa despliega su servicio al
mundo y canta su bienaventuranza escatológica. Como dijo san Agustín,
«bienaventurado el que te ama a ti, Señor; y al amigo en ti, y al enemigo por
ti, porque solo no podrá perder al amigo quien tiene a todos por amigos en
aquel que no puede perderse» (Confesiones IV, 9, 14).
Si se llega a entender lo que estas palabras dicen de vosotras, se
comprenderá, con gratitud, que lleváis al ser humano en vuestras entrañas y
todos sabrán que no hay vida más útil, necesaria y rica que la de aquellas que
ponen en el corazón de la Trinidad la fuerza luminosa de su intercesión. Nadie
es mejor enfermera, mejor médico, mejor celador en el “hospital de campaña”,
que es la Iglesia, que aquellas, que, sin salir a la calle, traen las calles y
las casas a su corazón orante, y así están siempre al servicio de los heridos y
apaleados en el camino de la vida.
Por eso, invito a todos, en nuestra Iglesia de Jaén, a que cuiden con su
oración, su afecto, identificación, cercanía y ayuda a nuestros Monasterios de
contemplativas. De un modo especial os invito a uniros conmigo en esta oración:
Señor, Dios Padre, Señor
Dios Hijo, Señor Dios Espíritu Santo, llenad el mundo de amor salvador y, para
que ese fuego divino no se apague y lleve a la sanación a todos, llenad
nuestros Monasterios de contemplativas de la vocación de quienes saben elegir
la mejor parte para su vida y la ponen al servicio de la misión que Tú, Dios
Trinidad, le has dado a tu Iglesia. Te lo pedimos porque somos conscientes de
que es en estos espacios de corazón y vida en los que has derramado tu amor
divino y, por eso, es donde mejor se vive en el “sueño misionero de llegar a
todos”. Amén.
+ Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Jaén
"Ventana abierta"
Jornada Pro Orantibus 2021
La Iglesia celebra en este
día de la Santísima Trinidad, la Jornada
Pro Orantibus.
Este día se eligió para fomentar el conocimiento y la oración de la vida contemplativa, de
tantos religiosos y religiosas que se dedican a ella. Una vocación que es menos
conocida y a su vez, poco entendida en el mundo de hoy.
Oran
por toda la iglesia y la humanidad.
El lema de este
año es “La vida contemplativa,
cerca de Dios y del dolor del mundo”.
El Papa Francisco
nos dice que “la
oración es el núcleo de sus vidas, el modo de cultivar la experiencia de amor
que sostiene nuestra fe”.
En esta jornada “subrayan la importancia de la vida contemplativa que sufre cuando el mundo sufre porque su apartarse del mundo para buscar a Dios es una de las formas más bellas de acercarse a él a través de Él”.
"Ventana abierta"