"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Somos embajadores en nombre de Cristo, como si
Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos
con Dios.
2 Corintios 5: 20
Embajadores
Un embajador representa a un país y transmite
los deseos y la voluntad de su jefe, es decir, de aquel que lo envía. Asimismo,
el cristiano es un embajador de Cristo.
Todos los que han aceptado la gracia ofrecida
por Dios entran en la presencia de Dios por la fe. Son ciudadanos del cielo.
“Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador,
al Señor Jesucristo” (Filipenses 3: 20). En la tierra están al servicio de
Jesucristo, hasta que escuchen su llamado para ser llevados de la tierra e
introducidos para siempre en el cielo, en su presencia. “El Señor mismo con voz
de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo…
nosotros… seremos arrebatados… en las nubes para recibir al Señor en el aire, y
así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4: 16-17).
La misión del cristiano en la tierra, mientras
espera su destino final, es representar a Cristo, “el Hijo del Hombre, que está
en el cielo” (Juan 3: 13). Cuando Jesús
estaba en la tierra, permanecía en continua comunión con su Padre en el cielo.
Hacía el bien, pues Dios estaba con él (Hechos 10: 38-39).
Cuando el cristiano ora y lee la Palabra, está
en relación con Dios, quien está en el cielo. Pero teniendo como modelo la vida
de Cristo cuando anduvo en la tierra, también es embajador. Es llamado a vivir
como cristiano y a anunciar la buena nueva de salvación: ¡Reconciliaos con
Dios!
“Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5: 19).
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