"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Respondió Jesús… Yo para esto… he venido al
mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi
voz.
Juan 18: 37
Un mensaje sin palabras (2): Conocimos a Jesús
Testimonio
Después de los episodios que recordamos ayer,
en su biografía Ernest Gordon cuenta cómo se convirtió a Cristo cuando era
prisionero de guerra de los japoneses en Tailandia junto con otros compañeros
de infortunio, para construir el célebre puente en el río Kwai. A raíz del
testimonio de aldeanos cristianos, estando en condiciones muy duras, decidieron
con algunos prisioneros averiguar si el cristianismo contenía una verdad que no
conocían.
“Rápidamente, escribió, empezamos a leer la
Biblia cada noche en una esquina del campamento, en un lugar apartado. Por
medio de nuestras lecturas y charlas conocimos a Jesús. Como nosotros, él no
tenía vivienda ni amigos en las altas esferas. Él también había conocido el hambre,
el cansancio, el sufrimiento, el rechazo… Al mismo tiempo era un hombre que
podíamos admirar, la clase de amigo que nos gustaría tener, un jefe al que
podríamos seguir.
Su humanidad nos fascinaba. Era un siervo, sin
embargo, siguió siendo perfectamente libre: ni la sociedad ni la religión lo
habían esclavizado. Las fuerzas del mal no habían podido destruirlo. Es cierto
que fue clavado en una cruz, pero incluso su muerte tenía un sentido, pues
había llevado sobre sí mismo todos nuestros pecados. Estaba vivo. El amor que
Jesús mostraba a un grado tan elevado era el amor de Dios; tenía como centro a
los demás y no a sí mismo. Dios se revelaba a nosotros por medio de Jesús, el
carpintero de Nazaret, el Verbo hecho carne. La verdad que buscábamos se encontraba
en Jesús”.
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