"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
¿SABÍAS QUE…
… DOMINGO PLAGIÓ A LOS HEREJES?
Dice el refrán que “todo se pega, menos la hermosura”;
y, sí, a fuerza de convivir en tierras de cátaros, ¡Domingo acabó pensando como
ellos!
Bueno, no, vamos a aclararlo: siempre fue fiel hijo de
la Iglesia, fiel a la doctrina católica. Sin embargo, aunque algunos miembros
de la misión veían en los herejes enemigos a destruir, siervos de Satanás y
cosas por el estilo, Domingo, en cambio, veía hermanos, hijos de Dios,
confundidos, sí, pero igualmente amados por Cristo. Así que, mientras algunos
abades, cansados de los escasos frutos de la misión, tomaban las armas al grito
de “¡¡¡Guerra!!!”, Domingo observaba atentamente a los herejes, ¡para aprender
de ellos!
En efecto, el joven castellano, que llevaba tantos años
dando vueltas al sueño de la predicación itinerante, se había dado cuenta de
que, en la práctica, su plan tenía ciertos errores. ¡Que no es lo mismo la
Castilla soñada que la Castilla pisada, vamos!
Con el obispo Diego había imaginado crear grupos de
misioneros que fueran de acá para allá llevando la buena noticia del Evangelio.
Hasta ahí todo muy bien, sí, y eso era lo que estaban haciendo: llegaban a un
pueblo, predicaban, había conversiones, y después… ¡¡se marchaban!! Y,
obviamente, los nuevos fieles se quedaban más tirados que un Kleenex, llenos de
preguntas sin resolver (que uno no se convierte en cuestión de una semana) y
completamente abandonados a su suerte.
Domingo cayó en la cuenta de que el error de la
predicación itinerante era precisamente… ¡la itinerancia! Supongamos que un
convertido, al cabo de unos meses, quisiera hablar con los misioneros que le
habían ayudado: ¿dónde les iba a encontrar? ¿Cuándo podría participar en una
eucaristía? O imaginemos que necesitara un sacerdote para bautizar a su bebé,
para casarse o confesarse, ¿dónde buscarlo en una tierra dominada por los
cátaros? ¿Cómo contactar con ellos, si ni siquiera tenían casa fija?
Y de nuevo descubrimos la grandeza de Domingo, que no
cerró los ojos a su propio error, sino que lo asumió, ¡y lo convirtió en parte
de su éxito!
Analizando las experiencias acumuladas, era evidente que
una predicación del todo itinerante no tenía futuro. ¿Qué hacer? Pues… antes de
estar a rebanarse los sesos tratando de imaginar soluciones, lo que hizo
Domingo fue… ¡ver cómo habían resuelto los cátaros a ese problema!
En efecto, los cátaros habían comenzado la predicación
itinerante unos cuantos años antes, se habían enfrentado a los mismos
problemas, ¡pero se podría decir que sus resultados eran de rotundo éxito!
Nuestro joven amigo se dio cuenta de que los cátaros no
iban predicando sin más ni más por los pueblos: en ciudades o pueblos
estratégicos, bien comunicados, establecían casas donde siempre permanecía
alguno de ellos. Era algo así como un “centro de operaciones” para cada zona.
Y, de este modo, cuando algún cátaro necesitaba hablar con “los perfectos”,
¡sabía de sobra dónde encontrarlos!
Lo más seguro es que, al caer en la cuenta de todo esto,
Domingo sonriera imaginando la colleja que le habría dado su padre si hubiera
estado ahí: ¿Cómo no se le había ocurrido antes? ¡Pero si él descendía de una
familia de conquistadores castellanos! Cuántas veces su padre le había
recordado de niño que el objetivo no es solo ganar terreno, ¡sino habitarlo,
para no perderlo…!
Y así Domingo comenzó a rumiar la idea de establecer
“casas de predicación”, exactamente iguales a las de los herejes, pero
habitadas por predicadores católicos; lugares donde estudiar, descansar, y
desde donde partir a nuevas misiones…
Él no lo sabía, pero, poco a poco, sin darse cuenta,
gracias a los herejes, estaba dando forma a lo que sería la estructura base de
la Orden de Predicadores.
-PARA ORAR
¿Sabías que… el Señor quiere enseñarte con todo?
Al fin y al cabo, no podemos olvidar que a Jesús también
se le llama Maestro… De cada circunstancia, de cada persona con que te
encuentres, ¡puedes sacar algo positivo, puedes aprender algo!
El punto está en ver la realidad con los ojos de Cristo:
su mirada es siempre una mirada de amor, de comprensión. ¡Esa fue la clave que
le permitió crecer a Domingo! Quien en los otros ve solo enemigos, jamás
valorará todo lo bueno que puede aprender de ellos. Si en los demás ves
hermanos, por muy distintos que sean de ti (y precisamente por eso) ¡pueden
enriquecerte!
“Los ateos dicen que Dios no existe; los agnósticos
dicen que Dios no habla; los cristianos decimos que Dios… ¡no calla!”
En cada circunstancia, en cada persona, Él te está esperando con una enseñanza nueva. ¿Estás dispuesto a dejarte sorprender por el Señor, venga por donde venga?
VIVE DE CRISTO
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