"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
El Espíritu Santo es un buen consejero. Por eso podemos decirle con el Salmo:
“Bendigo al Señor que me aconseja; aun de noche me instruye en mi intimidad”
(Salmo 16,7). El Evangelio elogia al justo Simeón porque él “se guiaba por
el Espíritu Santo” (Lucas 2,25).
Si estamos atentos, el Espíritu Santo nos hace escuchar su consejo en lo
profundo del corazón, y nos orienta por el camino correcto:
“Recibe el consejo de tu corazón, pues ¿quién te será más fiel que él?... Y
después de todo, suplica al señor que dirija tus pasos en la verdad”
(Sirácides 37,13.15).
Cada vez que tenemos que tomar alguna decisión, y estamos confundidos, lo mejor
es detenerse a pedirle al Espíritu Santo que nos aclare las ideas, que nos
ayude a ver mejor, que nos muestre de alguna manera qué es lo que en realidad
nos conviene.
Es cierto que debemos informarnos, consultar, reflexionar; pero lo primero
debería ser invocarlo a él, creyendo de verdad que es el mejor consejero.
Cuando lo invocamos de verdad, podemos estar atentos a las respuestas que
surgen en lo íntimo del corazón, y allí encontraremos luz.
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