"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Habiendo purificado vuestras almas por la
obediencia a la verdad… para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente,
de corazón puro; siendo renacidos… por la palabra de Dios que vive y permanece
para siempre.
1 Pedro 1: 22-23
Cuidado con la contaminación
La contaminación preocupa cada vez más a las
autoridades de todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud calcula que
hay más de 7 millones de muertes al año debido a la contaminación del
aire. Es un verdadero problema de salud pública. La calidad del aire que
respiramos tiene una influencia directa sobre nuestra salud física. Pero, ¿qué
decir de la atmósfera moral que nos rodea, y de su influencia sobre nuestra
salud mental?
Los agentes contaminantes no se llaman
“partículas finas, dióxido de carbono…”, sino “duda, incredulidad, rebelión
contra Dios”. Producen odio, violencia, inmoralidad… Esta contaminación, que
penetra por los ojos y los oídos, alcanza la mente y el corazón desde la más
temprana edad. Los estragos que causa son mucho más graves y las consecuencias
mucho más duraderas. No vemos remedio para esta marea que sumerge al mundo y atrae
el juicio de Dios.
Pero hay un remedio para cada persona: ¡es la
Palabra de Dios, viva, eficaz, penetrante! (Hebreos 4:12). Ella produce una purificación completa y
saludable en todo el que la cree y la recibe.
Escuchemos atentamente lo que Jesús dice a su Padre con respecto a sus discípulos : “Yo les he dado tu palabra… No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17: 14-17).
No hay comentarios:
Publicar un comentario