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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 3 de enero de 2021

REFLEXIÓN PARA EL SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD. 3 - ENERO - 2021

"ventana abierta"

De la mano de María

Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA EL SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD

Hoy se nos presenta por tercera vez desde la misa de Navidad el prólogo del Evangelio según san Juan (Jn 1,1-18). Como adelantáramos en nuestra reflexión para el séptimo día de la octava de Navidad, la Iglesia, a través del testimonio de Juan, quiere enfatizar que la plena revelación de Dios que se logra mediante la Encarnación es real (“hemos contemplado su gloria”). Jesús no es un fantasma, un sueño, una fantasía, una ilusión; es real, tangible. Dios siempre ha estado presente entre su pueblo, pero a partir de la Encarnación esa presencia se tornó real y viva, para no abandonarnos jamás (Mt 28,20).

Esa Encarnación, a su vez, nos hizo partícipes de la filiación divina que recibimos a través del sacramento del Bautismo, que nos convierte en hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, y coherederos de la Gloria. Como nos dice san Pablo en la segunda lectura de hoy (Ef 1,3-6.15-18): “Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya”. Ese es el mensaje subyacente en las lecturas que nos propone la liturgia para hoy. La Encarnación de Jesús hizo posible que podamos llamarnos hijos e hijas de Dios.

Contrario a aquél Dios que se nos presentaba en el Antiguo Testamento, distante, terrible, cuyo nombre no se podía pronunciar, Juan nos presenta un Dios cercano, que se hizo uno con nosotros, que “acampó” entre nosotros, para que nosotros pudiéramos hacernos uno con Él. Sí, ese mismo Dios que nació en Belén, Jesús de Nazaret, Dios humanado, Dios-con-nosotros, el Niño frágil cuyo nacimiento conmemorábamos hace unos días.

Con la insistencia en esta lectura, la liturgia quiere recordarnos que ese es el misterio de la Navidad. Y ese misterio nos llena nuevamente de alegría. Alegría que no tiene fin pues, como hemos dicho en ocasiones anteriores, Dios está constantemente naciendo entre nosotros, viniendo a nosotros, llamando a nuestra puerta. Se nos presenta en forma sacramental en la Eucaristía, en el rostro de nuestros hermanos, en su Palabra, en los signos de los tiempos. Pero depende de nosotros reconocerlo y recibirlo en nuestros corazones; no vaya a ser que nos ocurra como a los del tiempo de Juan: “En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre”.

Las lecturas de hoy nos invitan a preguntarnos: ¿Mi Navidad, fue una de trullas, fiestas y regalos, o fue una en la que Jesús hizo morada en mi corazón? ¿Lo reconocí? ¿Lo recibí? Todavía estamos a tiempo (Él nunca de cansa de esperarnos) para reconocerlo, postrarnos ante Él, y recibirlo en nuestros corazones como hicieron los pastores y los magos de oriente. Juan nos invita, recordándonos que “a cuantos le recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre”. Así podremos contemplar su gloria; “gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad”. 

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