"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
JESÚS ECHA UN DEMONIO DE
UN HOMBRE
21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado
entró en la sinagoga y se puso a enseñar.
22 Y quedaban asombrados de
su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas.
23 Había precisamente en su
sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:
24 « ¿Qué tenemos nosotros
contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el
Santo de Dios. »
25 Jesús, entonces, le
conminó diciendo: « Cállate y sal de él. »
26 Y agitándole
violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
27 Todos quedaron pasmados
de tal manera que se preguntaban unos a otros: « ¿Qué es esto? ¡Una doctrina
nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le
obedecen. »
28 Bien pronto su fama se
extendió por todas partes, en toda la región de Galilea. (Mc.
1, 21-28).
Jesús establece su morada en Cafarnaúm, junto al lago de
Genesaret. Como era su costumbre, entró en la sinagoga para hacer la instrucción.
Allí, todo el que tenía algo que enseñar sobre la Sagrada Escritura o la Ley,
se ponía en pie, invitado por el jefe de la sinagoga. Y comenzaba a hablar.
Esto se hacía el sábado, el día sagrado del Señor y consagrado a su alabanza e
instrucción. Y todos, al oír a Jesús, “estaban admirados, porque hablaba con
autoridad”, como que él mismo es el autor de la Ley y no su humilde intérprete
y comentarista, como hacían los doctores fariseos…Y no acertaban a explicarse
esta actitud, pues Jesús no había tenido maestro ni era escriba como ellos:
¡Parecía estar por encima de la Ley!…
Y quiso Dios que en la sinagoga estuviera un hombre
poseído por Satanás. ¡El demonio también va a la sinagoga!… ¡No precisamente
para orar a Dios, sino “como león rugiente, buscando a quien devorar”!...
Cuando él sospecha que hay mucha gracia de Dios en “uno de sus santos”, no
disimula su identidad y a través de un pobre, a quien ha invadido, dialoga con
este “santo”… “¿Qué tenemos que ver contigo?” (A Jesús)… ¡Porque son legión y no
sólo un demonio!… “¿Es que has venido a acabar con nosotros?”. Satanás sabe
que, ante Dios, está derrotado… “¡Sé quién eres, el Santo de Dios!”. Y Jesús,
mandándole: “¡Cállate y sal de él! “… Aunque el diablo le identifica como “hijo
de Dios”, no puede saber con seguridad que es Dios mismo, en la Persona de
Jesús y que Él es el Verbo de Dios… En la Sagrada Escritura se afirma: “Si
hubieran sabido, (los demonios en posesión de los judíos, que le llevaron a la
cruz), a quién crucificaban, nunca habrían crucificado al Señor de la Gloria”…
¿Cómo los demonios, que se saben derrotados por el poder de Dios, pueden
atentar su Omnipotencia?... Esto es impensable en seres espirituales, pero
malvados… Mas, también inteligentes, por ser espíritus puros…
Está claro, que Jesús ha venido a salvarnos, pero
también a destronar al Diablo y sus huestes “que vagan por el mundo para la
perdición de las almas”… Y antes de ser expulsado, grita y retuerce al hombre,
manifestando así su despecho e ira ante su fracaso… Y todos los presentes
quedaron espantados y se decían: “¡Hasta manda a los espíritus inmundos y le
obedecen!”… Al Nombre y “a la presencia de Jesús, toda rodillase de doble, en
el cielo, en la tierra y en el abismo y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor,
para Gloria de Dios-Padre!”
¿Cómo nos situamos nosotros ante esta página del
Evangelio?… ¿Reconocemos la soberanía de Jesús en nuestras vidas y le damos el
poder sobre nuestros cuerpos y nuestras almas?... ¿Vivimos en una presencia de
Dios consciente y obediente?... ¿Decimos “sí” a sus designios sobre el mundo y
sobre nosotros?… Muchas cosas de Dios las ignoramos y esto es bueno para
nosotros, pues como criaturas suyas le alabamos por lo que sabemos de Dios y
nos ha revelado Jesús… Y también por lo que no sabemos de Él, porque no ha
querido manifestárnoslo. Por todo, Jesús es adorable y digno de nuestra acción
de gracias y alabanza…
Y después de meditar este Evangelio, le damos gracias a
Jesús porque en el Padre-Nuestro, nos dice que le pidamos al Padre: “Líbranos
del Maligno”…
¡Que así sea, Señor Dios mío!…
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