"Ventana abierta"
Un periodista habla con Dios
Cuentos con moraleja del Padre Lucas Prados
Hace unos días leí una curiosa historia que ahora les paso a contar. Espero que la disfruten tanto como yo.
Un famoso periodista había entrevistado a los personajes más famosos del mundo, artistas, políticos, escritores, gobernantes, inventores e ingenieros. Le apasionaba la vida de aquellos que más habían influido en su comunidad o naciones y su pregunta más categórica era aquella que enfrentaba a estos personajes con sus propias obras.
Un día de camino a su oficina le dijo a su redactor que siempre había soñado con entrevistar al mismo Dios y hacerle la gran pregunta de su vida la cual estaría relacionada con su obra máxima: el hombre; de repente, se vio envuelto por una gran luz en medio de un torbellino:
— Detente, me dijo, ¿así que quieres entrevistarme?
— Bueno, le contesté, si es que tienes tiempo.
Se sonrió por entre la barba y dijo:
— Mi tiempo se llama eternidad y alcanza para todo. ¿Qué pregunta quieres hacerme?
— Ninguna nueva ni difícil, para ti: ¿qué comentario te merece el hombre a quien creaste a tu imagen y semejanza?
Un poco entristecido, Dios me respondió:
— Que se aburre de ser niño por la prisa de crecer, y luego suspira por volver a ser niño. — Que primero pierde la salud para tener dinero y enseguida pierde el dinero para recuperar la salud. — Que se pasa toda la vida acumulando bienes que jamás disfrutará y sus hijos derrocharán. — Que, por pensar ansiosamente en el futuro, descuida su hora actual, y ni vive el presente ni el futuro. — Que se pasa toda la vida tratando de ser feliz y se olvida que la felicidad no es otra cosa que la capacidad de disfrutar lo que se tiene. — Que se priva de disfrutar de sus hijos por el afán de progresar y cuando ya lo logra, descubre que perdió irremediablemente a sus hijos. — Que se pasa toda la vida acumulando conocimientos y títulos, olvidándose que lo único importante es el amor. — Que se pasa la vida buscando triunfos externos cuando ha fracasado en el hogar. — Que se pasa la vida buscando la aprobación de los demás, cuando ni siquiera él mismo se aprueba. — Que se pasa la vida buscando el golpe de suerte, ignorando que ésta es producto de sus decisiones. — Que se pasa la vida cambiando a los amigos, sin comprender que son los amigos los que cambian. — Que se pasa la vida acumulando dinero que compra todo, menos la felicidad. — Que se pasa la vida acumulando rencores contra sus ofensores y lo único que obtiene es perjudicarse a sí mismo. — Que vive como si no fuera a morirse y, sin embargo, se muere como si no hubiera vivido. — Que crié al hombre para que fuera feliz, pero él escogió la infelicidad.
Por primera vez vi llorar a Dios.
Ya nos lo dijo el Señor nuestro Dios en unas palabras que habría que enmarcar y colgar en un lugar destacado de la casa donde todos las vieran: “De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma” (Mt 16:26).
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