"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA DEL T.O. (1)
“… fue llamando a los que él quiso, y se fueron
con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder
para expulsar demonios”.
La lectura evangélica que contemplamos hoy nos
ofrece la versión de Marcos de la elección de los “doce” (Mc 3,13-19). Hasta
este momento los discípulos de Jesús eran cinco: Simón y su hermano Andrés,
Santiago y su hermano Juan, y Leví (Mateo).
Nos narra el pasaje que Jesús “mientras subía a
la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él”. Para los
judíos la montaña es siempre lugar de encuentro con Dios, de oración; por eso
es lugar de toma de decisiones. De hecho, el paralelo de Lucas (6,12-16)
comienza diciendo que “por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó
la noche en la oración de Dios”, y entonces “llamó a sus discípulos, y eligió
doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles”.
Vemos cómo Jesús vivió toda su vida en un
ambiente de oración; su vida se nutría de ese constante diálogo amoroso con el
Padre. Y eso incluía hacer al Padre parte del proceso de tomar las decisiones
importantes. Jesús es Dios, y aun así contaba con el concurso del Padre, y
estaba siempre dispuesto a acatar Su voluntad (Cfr. Lc 22,42). Y tú, ¿consultas
al Padre en oración cada vez que vas a tomar una decisión, o confías solo en
tus capacidades humanas?
Continúa diciendo el pasaje de hoy que Jesús
“llamó” a los que Él quiso. Característica principal de la vocación (“vocación”
quiere decir “llamado”). La iniciativa SIEMPRE es de Dios. Es Él quien llama y
capacita a los que escoge. Nos dice además la Escritura que aquellos a quienes
llamó “se fueron con él”. Aceptaron el llamado.
Aceptado el llamado, “a doce los hizo sus
compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así
constituyó el grupo de los Doce”. Los “envió”. La palabra griega para “enviado”
es “apóstol”. Y su primera encomienda fue “predicar”, hacer el anuncio del Reino, que fue también la misión primordial de Jesús. Lo dijo al comienzo de su
misión (Mc 1,38), y se lo repetirá a los apóstoles al final, antes de ascender
a la derecha del Padre (Mc 16,15): “Id por todo el mundo y proclamad la Buena
Nueva a toda la creación”.
El número de “doce” que Jesús escogió para
instituir como apóstoles tampoco es casualidad. En la mentalidad y cultura
judías el número doce es número de “elección”. El mismo nos remite a las doce
tribus de Israel que fueron la base del Pueblo judío. Del mismo modo, ahora
Jesús instituye el “nuevo Pueblo de Dios”, la Iglesia, edificada sobre el
cimiento de los doce apóstoles (Cfr.
Ef, 2,20). De ahí que cuando recitamos el Credo de los apóstoles decimos que la
Iglesia es “apostólica”.
Y aunque nosotros no somos sucesores de los
apóstoles, como los obispos, somos miembros de una comunidad de fe, la Iglesia
instituida por Jesucristo sobre el fundamento de los apóstoles, Iglesia
“Apostólica”. Así, cuando celebramos la Eucaristía nos unimos a Él como lo
hicieron aquél día los “doce”, y al final de la misa se nos “envía” a predicar
la Buena Noticia del Reino. ¡Atrévete!
No hay comentarios:
Publicar un comentario