"Ventana abierta"
Tercera Semana de Adviento
Las provisiones de la Ardilla
La ardilla había
juntado abundante reservas de nueces. Las había escondido acá y allá y las había
recubierto cuidadosamente de ramas, de tierra y de hojas.
Era importante que las
provisiones estuvieran en un lugar seguro, protegidas y bien escondidas. Pero
he ahí que la ardilla era incapaz, ella misma, de encontrar sus escondrijos.
¡Que pena!, la naturaleza le había ofrecido una mesa ricamente provista, y
ahora, estaba sin nada. La ardilla no encontraba más que viejos restos. Y a
pesar de sus provisiones, sufría de hambre. Esto era bien fastidioso, sólo
podía hacer una cosa, una cosa que no le gustaba nada: tenía que aventurarse a
ir a las casa de los hombres en busca de algún alimento.
Fue así como un día la
ardilla fue testigo de una triste escena. Unas personas pobres habían golpeado
a la puerta de un albergue para pedir ayuda. La posadera fue a abrir, los
injurió y los echó a grandes gritos. La ardilla percibió sus rostros tan
tristes y se sintió tan mal. En su corazoncito deseaba ayudarles. ¡Si por lo
menos pudiese volver a encontrar sus provisiones!
Salió saltando hacia el
bosque y se puso a buscar una vez más. Y de repente se hizo bien fácil. No era
que le había vuelto la memoria, sino que allí donde había escondido las nueces
le parecía ver pequeñas lucecitas. La ardilla fue ahí a escarbar y volvió a
encontrar sus reservas. Llenó sus carrillos de nueces y fue a encontrar a los
viajeros. Estaba un poco temerosa, pero su timidez se fundió bajo las dulces miradas de María y José.
Con presteza, saltó
cerca de ellos y dejó en el camino 2 nueces para cada uno de ellos. Dirán sin
duda alguna: ¡Dos nueces es muy poco para un estómago vació ¡ Pero lo que
se da con amor siempre es más de lo que parece. María y José le agradecieron a
la ardillita. Comieron sus nueces y su hambre quedó calmada.
Desde ese día, la ardilla tuvo la vida más fácil. Cuando se ponía a buscar sus provisiones escondidas, el suelo se iluminaba suavemente por los lugares donde estaban y nunca más escarbó en vano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario