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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 6 de diciembre de 2020

Segunda semana de Adviento. "La luz en el farol". Domingo, 6 - Diciembre - 2020

 "Ventana abierta"

Segunda Semana de Adviento

La luz en el farol

Al caer la noche, Tito el posadero tomó su farol para ir al establo y renovar el heno de Remo, el buey. Al prender la vela, Tito se dio cuenta que estaba casi consumida.

- “Por esta noche alcanzará”, murmuró.

Atravesó el patio acompañado de la pequeña llama que disipaba la oscuridad alrededor de él. Tito penetró en el establo y colgó el farol en un gancho del techo. Después con su rastrillo repartió el heno en el pesebre. De pronto escuchó un ruido que venía de la casa; su mujer lo llamaba: 

- ¡Tito, ¿Dónde estás? ¡Han llegado huéspedes! 

En ese momento, dejó caer el heno y tomó el farol pero justo la llama clara de la vela se elevó por última vez para volver a caer en seguida y desaparecer.

- ¡Qué le vamos a hacer! - gruñó Tito en la oscuridad. 

Dejó el farol colgado sobre el pesebre y se apresuró a atravesar el patio para volver entrar a la casa.

Al día siguiente, Tito no pensó más en el farol. Sin embargo, en la noche se acordó que lo había dejado en el establo, colgado arriba del pesebre. Se fue a buscar una nueva vela y atravesó el patio.

Allí se dio cuenta que brillaba una luz detrás de la ventana del establo. Sorprendido se frotó la cabeza pues él había visto muy bien como la vela se extinguía la noche anterior. Llamó a su mujer para mostrarle la extraña luz. Los dos juntos fueron al establo para verla más cerca. 

- ¡Qué raro, esta luz brilla para nada y para nadie! - murmuró Tito. 

Y la mujer añadió:

-  ¡Quién sabe porqué esta llama no se extingue. No la molestemos. Esperemos que se consuma por si sola!

Es así como, la víspera de Navidad, cuando María y José, seguidos por el pequeño asno, buscaron albergue para pasar allí la noche, descubrieron el establo suavemente iluminado, que parecía esperarlos… 

Y la luz continuó brillando hasta después del nacimiento del niño para iluminar el mundo alrededor de él.

Sin duda querrán saber qué luz es esta que brillaba con tanto fervor. ¿Una vela? ¡Por supuesto que no! Por lo menos no una vela común como las otras. No, yo se lo voy a contar: aunque no se lo imaginen, una pequeña estrella se había deslizado en el farol. Destellaba allí con amor, pues quería estar allí para el nacimiento de Jesús.

Si Tito hubiese mirado bien, la habría visto él también.

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