"Ventana abierta"
Segunda Semana de Adviento
Cuando Dios creó las
flores, les preguntó a cada una: “¿Cómo te vamos a vestir?” Algunas querían ser
grandes y robustas, otras deseaban exhalar dulces perfumes. Una prefería tener
flores rojas, otras azules y otras también blancas. Y Dios concedía todos sus
deseos.
Así fue como un día se
dirigió a una flor: “Tú, pequeña criatura, dime tus deseos más queridos.
“¿Quieres crecer o quedarte pequeña? ¿Quieres llevar flores rojas, amarillas o
azules?”
“Yo sólo tengo un
deseo”, respondió la planta. Me encantaría conservar mis flores hasta el
nacimiento del niño Jesús si es posible. En cuanto al resto, me presto a todo:
tanto a trepar como a llevar espinas”.
Amablemente Dios sonrió
creó… al cardo mariano.
Este cardo crece en el suelo, sus hojas están llenas de espinas, pero sus flores brillan como estrellas de plata que se abren justo en Navidad, para saludar al niño Jesús.
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