"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL TERCER
DOMINGO DE ADVIENTO –“GAUDETE” (B)
Gaudete quiere decir “regocijaos” en latín. Por
eso encendemos la vela rosada en la corona de Adviento.
Un grupo de sacerdotes y levitas llegado de
Jerusalén a Betania donde Juan estaba bautizando, luego de interrogarlo, y ante
la negativa de este respecto a su mesianismo, le preguntan: “¿Quién eres? Para
que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti
mismo?” Él contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Allanad el
camino del Señor’, como dijo el profeta Isaías”. Y luego añadió: “Yo bautizo
con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de
mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. Este fragmento
de la lectura evangélica para este tercer domingo de Adviento (Jn 1,6-8.19-28)
sienta la tónica para este día que se nos presenta como el domingo del
TESTIMONIO. Testimonio gozoso que le da el nombre de “domingo gaudete”. Gaudete quiere decir “regocijaos” en latín. Por
eso encendemos la vela rosada en la corona de Adviento.
Desde la primera lectura (Is 61,1-2a.10-11) se
advierte la alegría y el gozo que acompañaría la venida del redentor que el
pueblo esperaba desde el mismo momento de la caída (Gn 3,15). Venida que
estaría acompañada de señales que darían testimonio de su llegada: “El Espíritu
del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar
la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para
proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para
proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me
alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en
un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna
con sus joyas”.
Era esa espera gozosa, la expectación de la
llegada del Mesías liberador, que mantenía vivas las esperanzas del pueblo. Por
eso el profeta les exhorta a mantener la esperanza: “Como el suelo echa sus
brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la
justicia y los himnos ante todos los pueblos”. Es el “Adviento” que vivía el
pueblo de Israel durante el Antiguo Testamento, y que profetas como Isaías
mantenían vivo. Esas expectativas, esas profecías, se hacen realidad en la
persona de Jesucristo, de quien Juan da testimonio.
Hoy la Iglesia nos dice también a nosotros:
“regocíjate” y “da testimonio” de ese gozo. Si hacemos inventario de las
maravillas que Dios ha obrado en cada una de nuestras vidas, desde el mismo
momento de nuestra concepción, tenemos que regocijarnos. Y ese regocijo es tal
que, nos sentimos compelidos a salir y dar TESTIMONIO.
En la segunda lectura san Pablo (1 Tes 5,16-24)
nos exhorta a ser pacientes, a dar testimonio gozoso dando gracias a Dios en
todo momento confiando en la fidelidad de sus promesas. Es decir, a mantener la
expectación gozosa en medio de la prueba y la tribulación, porque el Señor nos
ama tanto que nos hará justicia: “El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus
promesas”.
Si estamos viviendo un Adviento verdadero sabemos que el Señor está cerca. ¡Regocíjate! Si aún no te has reconciliado con el Padre, todavía estás a tiempo. Él no se cansa de esperarte…
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