"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL
MARTES DE LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO
“Aquel día, brotará un renuevo del tronco de
Jesé”…
El profeta Isaías continúa dominando la
liturgia durante este tiempo que nos prepara para la Navidad. La primera
lectura de hoy (Is 11,1-10) nos anuncia que “brotará un renuevo del tronco de
Jesé” (es decir, del linaje de David). Para el pueblo de Israel esta imagen del
tronco seco (a diferencia del árbol floreciente), representa la desgracia. Pero
Isaías nos brinda un mensaje de esperanza: “de su raíz florecerá un vástago”.
Un retoño que sale de un árbol seco, esperanza de nueva vida; un vástago
floreciente, símbolo de felicidad.
Isaías describe al Mesías como una persona
fascinante, alguien que despierta interés, expectativa (Adviento). Lo primero
que dice es que “Sobre él se posará el espíritu del Señor”. Jesús echará mano
de esa profecía y se la aplicará a sí mismo al pronunciar su “discurso
programático” en la sinagoga de Cafarnaúm: “El Espíritu del Señor está sobre
mí” (Lc 4,18).
Ese Mesías esperado será más grande que David,
y mostrará preferencia por los pobres, los sencillos los humildes: “juzgará a los
pobres con justicia, con rectitud a los desamparados” (Cfr. Bienaventuranzas). Será el faro hacia el cual
alzarán la vista todos los pueblos, según leíamos en la lectura de ayer, y que
hoy Isaías nos plantea de otro modo: “Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá
como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su
morada”. Así se dará cumplimiento también a la promesa de Yahvé a Abraham: “por
ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra” (Gn 12,3).
El profeta nos describe esos tiempos mesiánicos
como tiempos de paz, justicia, armonía: “Habitará el lobo con el cordero, la
pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un
muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se
tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del
áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente”. Tiempos de
alegría desbordante.
Esa alegría la vemos reflejada en la lectura
evangélica de hoy (Lc 10,21-24), que nos describe a Jesús como “lleno de la
alegría del Espíritu Santo”, cuando exclamó: “Te doy gracias, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los
entendidos, y las has revelado a la gente sencilla”. De nuevo la opción
preferencial de Jesús por la gente sencilla, como los pastores a quienes se les
reveló antes que a nadie el nacimiento del Mesías. Jesús nos está enseñando que
para llegar a Él, para entrar en el Reino, tenemos que hacernos sencillos, como
niños (Mt 18,3-4), reconocer nuestras debilidades, nuestra incapacidad de llegar
a Él por nuestros propios méritos. Como decía santa Teresa de Ávila: “Teresa
sola es una pobre mujer; Teresa con Dios, una potencia”.
Señor, durante este tiempo de Adviento, concédeme la sencillez de un niño, para poder recibirte en mi corazón con la misma humildad y alegría que te recibieron los pastores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario