"Ventana abierta"
Primera semana de Adviento.
En aquella época en que
María y José y también el pequeño burro caminaban en dirección a Belén, no
existía el agua corriente.
Las mujeres tomaban su
cántaro e iban a sacar agua de la fuente. Allí se encontraban para charlar. La
fuente era un lugar de encuentro, el sitio en que intercambiaban las últimas
novedades.
Esa tarde, Ruth tomó su cántaro para ir a la fuente. Desde que salió de su casa fue deslumbrada por la luz intensa de una estrella. Esa tenía tal resplandor que las otras estrellas, y la luna incluso, parecían completamente pálidas.
Ruth maravillada, se quedó
quieta en el lugar. No podía despegar sus ojos de esta estrella
resplandeciente. Se olvidó de la hora y de lo que tenía que hacer. ¿Qué mensaje
anunciaba este astro luminoso?
El viento la sacó de su sueño. Tomó su cántaro y se dirigió rápidamente hacia la fuente. Allá no había nadie. Todos habían vuelto a sus casas. Ruth colgó agilmente su cántaro a la cadena, y se detuvo: la estrella se reflejaba en el fondo del pozo. El agua brillaba allá dentro como el oro.
La joven maravillada murmuró:
- “¡Que luminoso
resplandor, si por lo menos la abuela lo pudiese ver!”
Pero la abuela estaba
sentada en casa, en su sillón. Sus piernas debilitadas por la edad, casi no la
podían sostener. Ruth dejó deslizar lentamente su cántaro en el pozo para no
enturbiar el agua.
Cuando lo volvió a
subir, la joven se maravilló otra vez. Pues el agua del cántaro brillaba tanto
como el oro. Entonces mojó la punta de su dedo y la probó: el agua tenía el
mismo gusto que de costumbre. Ruth levantó su cántaro y volvió rápidamente a
casa. En cuanto abrió la puerta gritó: “¡Abuela, mira lo que te traigo!” Y le
hizo contemplar el agua que relucía como oro puro.”¡Mira! Ha guardado el
destello de la estrella para que tu la pudieses ver”.
La anciana miró el agua
pensativamente y dijo: “¿Cuál será esta luz que comienza a brillar sobre el
mundo y que al agua pura le gusta conservar su destello?” Después volviéndose
hacia Ruth añadió: “he aquí que yo veo el reflejo de tus ojos. Guárdalo como lo
más precioso”.
La noticia del agua de oro se extendió rápidamente y todos venían a sacar de ella. Sacaban cantidades pero el agua de oro no se agotaba. Guardó su resplandor hasta… ¿hasta cuándo justamente? Hasta el día en que el niño Jesús nació en belén. Desde entonces él empezó a iluminar el mundo con su luz.
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