"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL VIERNES
DE LA VIGÉSIMA SÉPTIMA SEMANA DEL T.O. (2)
“Si echa los demonios es por arte de Belzebú,
el príncipe de los demonios”.
La liturgia de hoy continúa presentándonos el
Evangelio según san Lucas (11,15-26), específicamente el pasaje en que, ante el
magnífico poder demostrado por Jesús para expulsar demonios, algunos “de entre
la multitud”, le acusaban de echar demonios por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, o sea Satanás.
Debemos recordar que la mentalidad bíblica concibe el universo, y la vida de la
humanidad como una batalla entre el bien y el mal, entre los espíritus que
“amarran” al hombre a lo natural, y el Espíritu de Dios que lo “libera”
permitiéndole participar de la libertad divina. Es la batalla entre las fuerzas
del bien y las fuerzas del mal que se refleja en la literatura apocalíptica (de
la cual, La guerra de las galaxias es
un magnífico ejemplo), en la cual al final siempre ha de prevalecer el bien.
Jesús, luego de enfatizar la importancia de la
unidad para poder vencer las fuerzas del mal, anuncia: “si yo echo los demonios
con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros”.
Con esta aseveración Jesús quiere señalar que un nuevo Reino acaba de
instaurarse sobre la tierra, el Reino de Dios, el único capaz de destruir el
reino de Satanás, “el gran acusador”, como se nos presenta en esa gran batalla
final que nos narra el capítulo 12 del libro del Apocalipsis. La traducción de
la frase “el reino de Dios ha llegado a vosotros” que encontramos en la lectura
de hoy, suena más contundente en el original griego: “el reino de Dios os ha
llegado por sorpresa… de súbito”. Tan de sorpresa que ni el mismo Satanás ha
tenido tiempo de esquivar el “golpe” que se le vino encima.
Es el poder del “dedo de Dios”, que en términos
bíblicos representa la potencia divina, ya que Dios, con tan solo mover la
punta del dedo realiza los actos más portentosos (Cfr. Ex 8,15). No hay duda. Jesús tiene el poder
del “dedo de Dios”, el único capaz de derrotar a Satanás.
En esta versión de Lucas encontramos además una
alusión al “hombre más fuerte” (algunas versiones dicen “más poderoso”) que
puede vencer a su adversario, en una clara alusión al nombre que Juan el
Bautista había dado al Mesías (Lc 3,16). Otra señal de la divinidad de Jesús.
Y como para cerrar con broche de oro, Jesús
enfatiza una vez más a sus discípulos la radicalidad del seguimiento, la
intransigencia que se espera de ellos (y de nosotros) al momento de elegir
entre los dos reinos: “El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge
conmigo desparrama”. Si en algo Jesús es claro es en esto; no hay tal cosa como
términos medios. O eres frío o eres caliente; porque Él no te quiere tibio (Cfr. Ap 3,15-16).
Hoy, pidamos al Señor, por la intercesión de
Nuestra Señora María, la Virgen del Rosario, que nos conceda el don de
discernimiento para decir “SÍ”, y escoger y mostrar siempre preferencia por el
reino de Dios.
Pidamos también al “más fuerte” que venga en nuestro
auxilio y el de nuestro pueblo, para que con el poder del “dedo de Dios”, eche
todos los demonios que nos mantienen esclavizados.
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