"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL TRIGÉSIMO
DOMINGO DEL T.O. (A)
Un fariseo se acercó a Jesús y le preguntó:
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?”.
La lectura evangélica que nos propone la
liturgia para este trigésimo domingo del tiempo ordinario (Mt 22,34-40) nos
dice que un fariseo se acercó a Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿cuál es el
mandamiento principal de la Ley?”. Los fariseos y los escribas tenían
prácticamente una obsesión con el tema de los mandamientos y los pecados. Con
la Mitzvá habían
convertido el Decálogo en 613 preceptos (248 mandatos y 365 prohibiciones), y
los escribas y fariseos gustaban de discutir sobre ellos, enfrascándose en
polémicas sobre cuáles eran más importantes que otros.
La respuesta de Jesús no se hizo esperar:
“‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu
ser’. (Dt 6,4-5). Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es
semejante a él: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’ (Lv 19,18). Estos dos
mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas”.
Si leemos el libro del Deuteronomio, ese primer
mandamiento está precedido por “Escucha, Israel” (el famoso Shemá)… Tenemos que ponernos a la escucha de esa
Palabra que es viva y eficaz, más cortante que espada de dos filos (Hb
4,12-13), que nos interpela. Una Palabra ante la cual no podemos permanecer
indiferentes. La aceptamos o la rechazamos. No se trata pues, de una escucha
pasiva; Dios espera una respuesta de nuestra parte. Cuando la aceptamos no
tenemos otra alternativa que ponerla en práctica, como los Israelitas cuando le
dijeron a Moisés: “acércate y escucha lo que dice el Señor, nuestro Dios, y
luego repítenos todo lo que él te diga. Nosotros lo escucharemos y lo pondremos
en práctica”. O como le dijo Jesús a los que le dijeron que su madre y sus
hermanos le buscaban: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra
de Dios y la ponen en práctica” (Lc 8,21). Hay que actuar conforme a esa
Palabra. No se trata tan solo de “creer” en Dios, tenemos que “creerle” a Dios
y actuar de conformidad. El principio de la fe. Ya en otras ocasiones hemos
dicho que la fe es algo que se nota, que se ve.
¿Y qué nos dice el texto de la Ley citado por
Jesús? “Amarás al Señor tu Dios”. ¿Y cómo ha de ser ese amar? “Con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Que no quede duda. Jesús quiere
abarcar todas las maneras posibles, todas las facultades de amar. Amor
absoluto, sin dobleces, incondicional (a Jesús no le gustan los términos
medios). Corresponder al Amor que Dios nos profesa. Pero no se detiene ahí.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Consecuencia inevitable de abrirnos al
Amor de Dios. Cuando nos abrimos al amor de Dios no tenemos otra alternativa
que amar de igual manera.
La fórmula que nos propone Jesús es sencilla.
Dos mandamientos cortos. Cumpliéndolos cumples todos los demás. La dificultad
está en la práctica. Se trata de escuchar la Palabra y “ponerla en práctica”.
Nadie dijo que era fácil (Dios lo sabe), pero si queremos estar cada vez más
cerca del Reino tenemos que seguir intentándolo. Hoy te invito a visitar Su
casa, aunque sea de manera virtual, y a escuchar y poner en práctica la Palabra
que allí se ha de proclamar.
Que no se diga que no intentamos…
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