"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL
LUNES DE LA VIGÉSIMA NOVENA SEMANA DEL T.O
“Mirad: guardaos de toda clase de codicia.
Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”.
La liturgia para este lunes de la vigésima
novena semana del Tiempo Ordinario nos presenta otro pasaje exclusivo de Lucas
(12,13-21). El pasaje comienza con uno que se acerca a Jesús y le pide que
sirva de árbitro entre su hermano y él para repartir una herencia que habían
recibido, una función que los rabinos eran llamados a ejercer en tiempos de
Jesús. Pero Jesús, quien obviamente era reconocido como rabino por su
interlocutor, no acepta la encomienda, ya que su misión es otra: Anunciar el
Reino y los valores del Reino; llamar a los hombres a seguir a Dios como valor
absoluto, por encima de todos los bienes terrenales; a poner nuestra confianza
en Dios, no en el dinero ni ninguna otra cosa.
Como siempre, queremos enfatizar que Jesús no
condena la riqueza por sí misma. El dinero ni es bueno ni es malo. Lo que es
bueno o malo es el uso que podamos dar a ese dinero. Lo que Él condena es el
apego y confianza en el dinero como seguridad nuestra por encima de los valores
del Reino. Se trata de no permitir que la riqueza se convierta en un obstáculo
para nuestra salvación (Cfr.
Lc 18,23; Mt 19,22).
Por eso le dice al hombre: “Mirad: guardaos de
toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus
bienes”. Inmediatamente le propone una parábola; la del hombre que tuvo una
cosecha extraordinaria y piensa construir graneros más grandes para acumular su
cosecha, para luego darse buena vida con la “seguridad” que su riqueza le
brinda. La parábola termina con cierta ironía: “Necio, esta noche te van a
exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?” Así será el que amasa
riquezas para si y no es rico ante Dios”. Eso nos recuerda a Job: “Desnudo salí
del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí” (1,21).
Las riquezas que podamos acumular en este mundo
palidecen ante los valores del Reino, pues los últimos son los que vamos a
poder llevar ante la presencia del Señor el día del Juicio. Y como siempre,
Jesús es un maestro que nos da las contestaciones al examen antes de que lo
tomemos. En las Bienaventuranzas (Mt 5,1-12), y en la parábola del Juicio Final
(Mt 25,31-46), Jesús nos dice sobre qué vamos a ser examinados ese día. San
Juan de la Cruz lo resume así: “Al atardecer de la vida, seremos examinados en
el amor”.
Hoy, pidamos al Señor que nos conceda los dones
de las Bienaventuranzas para que podamos poner nuestra confianza en Él y en los
valores del Reino por encima de toda riqueza, persona, o bienes materiales,
pues así tendremos “una gran recompensa en el cielo” (Mt 5,12).
“Oh Dios, Padre bueno y misericordioso:
Buscamos con frecuencia seguridad y garantía en cosas que anhelamos poseer y
acaparar. No permitas que las cosas nos posean y controlen,… y danos el valor
de buscar primero las riquezas de tu reino por medio de Jesucristo, nuestro Señor”
(de la Oración Colecta).
Que pasen una linda semana llena de PAZ.
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