"Ventana abierta"
Cristo vive
P. Leonardo Molina García
Christus vivit
Carta del Papa Francisco a los jóvenes: ¡Dios
te ama! ¡Cristo te salva! ¡Cristo vive!
Primera gran verdad: Dios te ama
«La primera verdad que quiero
manifestar, a cada uno de vosotros, es esta: 'Dios te ama'.
No importa si esta verdad ya la habías escuchado alguna vez, o quizá nunca
hasta ahora. Dios te ama. Nunca lo pongas en duda, suceda lo que
suceda a lo largo de tu vida. En todo momento y en cualquier circunstancia, tú
eres objeto del amor de Dios, un amor que no tiene límites» (CV 112).
• «Lo que sí puedo
decirte con absoluta certeza es que puedes sentirte a salvo en los brazos de
Dios Padre, el Dios que te dio la vida y la mantiene en todo momento. Él
estará siempre a tu lado y te sostendrá con firmeza; pero a la vez observarás
que siempre respeta plenamente tu libertad» (CV 113).
• «Para Dios tú eres
un bien muy grande; tú no eres insignificante. Tú le importas mucho, porque
eres obra de sus manos. Por eso, se preocupa por ti y siempre te recuerda con cariño.
Debes confiar en la memoria de Dios. En efecto, su memoria no es simplemente un
'disco duro' que registra y almacena todos tus datos personales. Su memoria es
un corazón lleno de tierna compasión, un corazón que se alegra al poder borrar
todo vestigio el mal que pueda haber en tu vida. Él no lleva cuenta de tus
caídas, siempre te ayuda a aprender, incluso de tus errores. Porque Dios te
ama» (CV 115).
«El amor de Dios no es un amor que te
oprima o agobie, un amor que te aparte de los demás, un amor que te imponga
silencio, un amor que te humille o avasalle. El amor del
Señor es un amor de todos los días, un amor discreto y respetuoso,
un amor que es libre y libera, un amor que nos sana y ayuda a
levantarnos. El amor del Señor es una mano tendida más que una mano rígida, es
más reconciliación que prohibición, es más perdón que condenación, es más
futuro que pasado» (CV 116).
«Cuando Dios te pide algo, o
simplemente desea que afrontes los retos que la vida te propone, Él también
espera que le permitas que te aliente, que te ayude a crecer. A Dios no le
molesta que compartas con Él tus cuitas. Él se preocupa por ti si observa que
prefieres no hablarle ni abrirte a mantener un diálogo sincero con Él» (CV
117).
La segunda gran verdad: Cristo te salva
• «La segunda verdad
es que Cristo, por amor se sacrificó hasta el final para salvarte.
Sus brazos abiertos en la Cruz son el signo más precioso de que Él
es un amigo capaz de llegar hasta el extremo» (CV 118).
• «El mismo Cristo que nos
salvó de nuestros pecados clavado en la Cruz hoy continúa su obra de
salvación y redención con el poder de su entrega total. Mira a su
Cruz, aférrate a Él, deja que Él te salve. [...] Y, si tú pecas y te alejas de
Él, Él de nuevo tiende su mano y vuelve a levantarte con el poder de su Cruz»
(CV 119).
• «Jesús nos salva porque
nos ama y no puede actuar contra su propia naturaleza. Podemos hacer mil cosas
contra Él; sin embargo, Él sigue amándonos y continúa salvándonos, porque solo
el que es amado por Él puede ser salvado. El amor del Señor es más grande
que todos nuestros problemas, fragilidades y pequeñeces» (CV 120).
• «Fija tu mirada en los
brazos abiertos de Cristo crucificado y déjate salvar por Él una y otra vez. Y,
cuando vayas a confesar tus pecados, cree firmemente en su misericordia, que te
libera de tu culpa. Contempla su sangre derramada con un amor tan grande y
déjate purificar por ella. De este modo podrás renacer de nuevo» (CV
123).
Tercera gran verdad: Cristo vive
• « Y ahora, fijemos la
atención en una tercera verdad, inseparable de la segunda: ¡Cristo vive ¡Tenemos
que recordarlo a menudo, porque corremos el riesgo de
considerar a Jesucristo solo como un hermoso ejemplo del
pasado, como un recuerdo, como alguien que nos salvó hace
dos mil años. Pero esto no nos serviría de nada: nos dejaría
igual que antes, esto no nos liberaría» (CV 124).
• «Sí, Cristo vive y siempre
está presente en tu vida, para llenarla de luz y liberarla de todo dolor y toda
soledad. Aunque todos te abandonen, Él siempre se queda contigo. Él llena tu vida con su presencia invisible. Adonde vayas, allí estará
Él, esperándote» (CV 125).
• «y, porque Él sigue
vivo, no cabe duda alguna de que la bondad ocupará un lugar de primacía
en tu vida, y que todos tus desvelos habrán valido la pena.
En este caso, deja de quejarte y mira hacia el futuro, porque todo es posible
con Él. Esta es tu certeza. Jesús vive para siempre» (CV 127).
Invitación a la reflexión y al diálogo
«El amor del Señor es un amor de todos los días, un amor discreto y respetuoso, un amor que es libre y libera, un amor que nos sana y nos ayuda a levantarnos» (CV 73). ¿Qué experiencias tengo yo del amor de Dios? ¿De qué modo el amor de Dios influye en mi vida? ¿Hay algo en mi vida que me impide sentirme querido por Dios? ¿Sé cuál es este problema? ¿Qué hago para encontrar la solución?
• «Fija tu mirada en los brazos abiertos de Cristo crucificado y déjate salvar por Él una y otra vez. Y, cuando vayas a confesar tus pecados, cree firmemente en su misericordia, que te libera de tu culpa» (CV 123). ¿Con qué sentimiento acudo a recibir el sacramento del perdón? ¿Me ha ayudado recibirlo? ¿Cómo? ¿Cómo puedo explicar qué implica ser perdonado por Dios a un amigo que no lo ha vivido?
• «Sí, Cristo vive y está siempre presente en tu vida, para llenarla de luz y liberarla de todo dolor y toda soledad. Aunque todos te abandonen, Él siempre se queda contigo, como lo había prometido: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (CV 125). ¿Cómo sería mi vida si no tuviera fe en Jesús? ¿Creo que me da vida? ¿En qué lo noto? Mi vida, ¿es mejor con Cristo que sin Él? ¿Sé explicar por qué?
• «Nada debe
importarte más que encontrarte con Dios y enamorarte de
Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello que amas de verdad
atrapa tu imaginación y acabará afectando a toda tu vida» (CV 132). ¿Creo que Dios
me ama tal como soy? ¿Qué puede impedirme que lo crea? ¿En qué momento de mi
vida he sido más consciente de su amor? ¿En qué puedo mejorar mi
testimonio como creyente en Cristo Jesús?
Francesc Riu SDB. Boletín Salesiano. Mayo
2020
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