"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
HE VENIDO A PRENDER FUEGO EN EL MUNDO
49 « He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!
50 Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!
51 « ¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división.
52 Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres;
53 estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra. » (Lc. 12, 49-53)
Jesús trae consigo como una antorcha de fuego con la que quiere prender todo lo que toca… El mundo, a la llegada de Jesús a la tierra, “yacía en tinieblas y en sombra de muerte”, como ya profetizó Zacarías: (Lucas. 1,79) y varios siglos antes Isaías: “el pueblo que andaba en tinieblas, vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz les brilló” (Is. 9,1). La Luz es Jesús: “Yo soy la Luz del mundo”. Y esta Luz arde sin consumirse, pero consume todo aquello que no puede o no quiere ser transformado por Él. Desde la venida de Jesús a este mundo, éste está ardiendo por el Amor, que es el Espíritu Santo que Jesús trae consigo “¿y qué más quiero sino que arda?”… Este es el gran deseo de Jesús: ¡Que todo sea Luz, que todo sea Llama Viva!... ¡Que todo sea transformado en Amor, “porque el que ama, tiene cumplido el resto de la Ley”!...!Porque la Ley suprema es el Amor, del que Jesús no quiere que nos sustraigamos nunca!…
Por eso se entiende que Jesús, al ser el Amor y la Luz, “las tinieblas no quieran, no pueden acogerlas”, y la lucha entre Luz y oscuridad es lo que Jesús, con su venida, ha puesto de manifiesto. Así, “la paz” que busca el mundo es división y pecado: “desde ahora, estarán dos divididos, de cinco en una casa, tres contra dos y dos contra tres”. Y esto no entre extraños o enemigos, sino entre consanguíneos, porque unos seguirán las máximas del mundo y otros buscaran seguir a Cristo, negándose a sí mismos y siguiéndole por el camino de la Cruz, que es la senda, para después de esta vida ser con Él glorificados…
¡No debe escandalizarnos esta división, pues la vivió el mismo Señor Jesucristo!: “porque no sois del mundo, por eso os persiguen, si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán, y lo harán porque no me han conocido a mí, ni al Padre”. El que conoce a Jesús está en la Luz y se ve que sus obras están hechas según Dios…
Jesús desea, en su humanidad, “ser bautizado con su Pasión y Muerte”, porque nos amaba más que a sí mismo o a su propio cuerpo: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. ¡Ansiaba este trueque de dar su vida por salvarnos del pecado y de la muerte, de las tinieblas en las que yacíamos, antes de que Jesús nos salvara de ellas!: “¡Y qué angustia sufro hasta que se cumpla este bautismo!”…
¡Pidamos al Espíritu Santo seguir los mismos pasos de Cristo, “hasta dar la vida por los hermanos”!... ¡Esta es obra exclusiva de la gracia, que hemos de pedir orando de continuo y empapándonos en su Palabra, que lleva Vida y Vida abundante!...
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