"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
Manuel Enrique Figueroa
SERIE FRATELLI TUTTI (II) LAS
SOMBRAS DE UN MUNDO CERRADO.
Nos manifiesta el papa Francisco que San
Francisco de Asís, que le inspiró el documento Laudato Si’, una
valiente aportación a la realidad del planeta con soluciones concretas, le ha
vuelto a inspirar la Carta Encíclica que comentamos dedicada a la fraternidad y
a la amistad social, cuestiones que como el propio Papa indica han estado
siempre entre sus preocupaciones. La Encíclica consta de ocho capítulos a los
que iremos dedicando un tiempo en este blog con el fin de ayudar a su divulgación
e interiorización, que nos conduzcan a la acción ante un mundo manifiestamente
desvalido.
El capítulo primero lleva por título “Las
sombras de un mundo cerrado”. En él el Papa Francisco se plantea
mostrarnos las tendencias del mundo actual que desfavorecen el desarrollo de la
fraternidad universal. El mundo se ha convertido en algo cerrado para muchas
cuestiones, tanto para relaciones como para afectos, y esto genera sombras. Es
un denso capítulo con un análisis muy certero de porqué hemos llegado a la
situación actual del mundo.
El capítulo se organiza en diferentes epígrafes
con títulos que son todo una declaración.
La primera idea expresada en el capítulo inicial
de la Encíclica es “Sueños que se rompen en pedazos”. Manifiesta el Papa
que parecía que el mundo avanzaba, tras numerosos fracasos, hacia formas de
integración. Así emergieron numerosos sueños que parecían dar luz a oscuras
sombras del pasado. De esta forma se avanzó, como ejemplos el sueño de una
Europa unida y el de una integración latinoamericana. Pero nos dice el Papa
que la historia de muestras de estar volviendo atrás y se encienden
conflictos anacrónicos que se consideraban superados. Para el
Papa abrirse al mundo es una expresión que hoy ha sido cooptada por la
economía y las finanzas, para invertir sin trabas ni complicaciones en todos
los países. De forma que los conflictos locales y el
desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para
imponer un modelo cultural único, dividiendo personas y naciones. Y
nos recuerda el Papa un problema: la soledad del mundo. Así nos dice que estamos
más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses
individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia.
El debilitamiento de las relaciones también
conduce a un resquebrajamiento de la buena política, la política del bien
común, así la política se vuelve cada vez más frágil frente a los
poderes económicos transnacionales que aplican el divide y vencerás, y la
democracia se debilita y el miedo y la incertidumbre se instauran.
Desgraciadamente aparecen la sociedad líquida, con su miedo, de Zygmunt Bauman
y el miedo a la libertad identificado por Erich Fromm, y se alienta
también una pérdida del sentido de la historia que disgrega todavía más. Para
el Papa se alcanza la situación de carecer de un proyecto para todos. La
mejor manera de dominar y avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y
suscitar la desconfianza constante, negando el derecho a otros a existir y
opinar, y la sociedad se empobrece.
Para el Papa Francisco cuidar el mundo
que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. De nuevo la
idea de la casa común donde vive fraternalmente la especie humana en unión con
el resto de la criaturas, cual Paraíso Terrenal. Podemos recuperar aún el
paraíso perdido. Para el Papa Francisco falta un proyecto para todos. Y
nos habla el Papa del descarte del mundo. Hay una humanidad descartada, una
humanidad que aguarda, como aquella juventud de Francisco Candel en la España
de los sesenta, y no puede esperar más. Partes de la humanidad parecen sacrificables
en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir
sin límites. Hay numerosos descartes. Es escandaloso lo que ha
sucedido con las personas mayores debido a la COVID-19. El Papa lo
denuncia, porque no tenían que morir así. En relación con esto
nos dice el Papa aislar a los ancianos y abandonarlos a cargo de otros
sin un adecuado y cercano acompañamiento de la familia, mutila y empobrece a la
misma familia. Para el Papa, el racismo es una forma miserable
de descarte. Tenemos demasiadas fobias que generan descartes:
homofobia, xenofobia, aporofobia y una larga lista que crece cada día en este
mundo tan alejado del afecto, la fraternidad y el bien común. Crecemos pero no
tenemos un desarrollo humano integral, como pide el Papa Francisco.
También tiene el Papa palabras para lo que
llama derechos humanos no suficientemente universales. Me temo
que los derechos no son iguales para todos, hay infinitos ejemplos en una
sociedad bastante despiadada, y el Papa nos insiste en que los derechos
humanos no son iguales para todos, en el mundo de hoy persisten numerosas forma
de injusticia, ¿dónde está la igual en dignidad de todos los seres
humanos? El Papa Francisco se lo cuestiona. Cómo también analiza el mundo
conduciéndonos si pensamos en el bien común cuestiones como ¿Dónde está
realmente la igualdad de derechos entre hombres y mujeres? ¿Por qué hay
numerosas formas de esclavitud en el mundo? El Papa está muy preocupado por
ambas cuestiones, tan alejadas del Evangelio, nuestra carta magna de
trascendencia y norma de vida. La organización de las sociedades en
todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres
tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones.
Para el Papa la raíz de la esclavitud está en el sector de la humanidad que
considera al ser humano como objeto, la persona humana, creada a imagen
y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a
ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño, o la constricción física o
psicológica, tratada común un medio y no como un fin. Para acabar con
esta situación hace falta una acción global, pero los
acuerdos internacionales son difíciles de ejecutar a nivel local.
Muchas de las cuestiones que plantea el Papa Francisco coinciden con los Objetivos de de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas. Sin embargo estos acuerdos internacionales no tienen obligatoriedad ninguna, todo queda a la buena voluntad de los países. La implicación del Papa Francisco es esencial y lo hace. Recordemos las Encíclicas Laudato Si´ y Evangelii Gaudium, y ahora Fratelli Tutti. Los católicos con poder (político, económico y financiero) tienen mucho que leer y pensar en estos documentos para llevar a la práctica, pero el resto de los católicos también. ¿Cómo podemos llevar a nuestras vidas estos documentos del Papa Francisco?
No hay comentarios:
Publicar un comentario