"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL
LUNES DE LA VIGÉSIMA OCTAVA SEMANA DEL T.O. (2)
“Como Jonás fue un signo para los habitantes de
Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación”.
El Evangelio de hoy (Lc 11,29-32) es uno de
esos que está “preñado” de simbolismos y alusiones al Antiguo Testamento. Pero
el mensaje es uno: Jesús nos llama a la conversión, y nosotros, al igual que
los de su tiempo, también nos pasamos pidiendo “signos”, milagros, portentos,
que evidencien su poder. Una vez más escuchamos a Jesús utilizar palabras
fuertes contra los que no aceptan el mensaje de salvación de su Palabra: “Esta
generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más
signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de
Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación”.
Aun los que decidimos seguir al Señor y
proclamar su Palabra, en ocasiones nos sentimos frustrados y quisiéramos que
Dios mostrara su poder y su gloria a todos, para que hasta los más incrédulos
tuvieran que creer, experimentar la conversión. Y es que se nos olvida la Cruz.
Si fuera asunto de signos, las legiones celestiales habrían intervenido para
evitar su arresto y ejecución. El que vino a servir y no a ser servido no
necesita más signo que su Palabra, pero esa Palabra nos resulta un tanto
incómoda; a veces nos hiere, nos “desnuda”. Por eso preferimos ignorarla…
Jesús le pone a los de su tiempo el ejemplo de
Jonás, que con su predicación, sin necesidad de signos, convirtió a los
habitantes de Nínive, una ciudad pagana a la que Yahvé le envió a predicar (Jon
3). Le bastó a Jonás un recorrido de un día por las calles de la ciudad, para
que hasta el rey se convirtiera y emitiera un decreto ordenando al pueblo al
ayuno y la penitencia. Sin embargo a Jesús, “que es más que Jonás”, no lo
escucharon. No le escucharon porque les faltaba fe, que no es otra cosa que “la
garantía de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve” (Gál 11,1). Exigían
signos, “ver para creer”, como Tomás (Jn 20,25).
Jesús pone también como ejemplo a la reina de
Saba (“la reina del sur”), una reina también pagana, que viajó grandes
distancias para escuchar la sabiduría de Salomón. Es decir, compara a los de su
“generación” con los paganos y les dice que primero se salvan estos antes que
ellos. “Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo
recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser
hijos de Dios” (Jn 1,11).
Hoy que tenemos la Palabra de Jesús, sus
enseñanzas, y su Iglesia con los sacramentos que Él instituyó, tenemos que
preguntarnos: ¿Es eso suficiente para creer, para moverme a una verdadera
conversión, o me gustaría al menos “un milagrito” para afianzar esa
“conversión”?
En esta semana que comienza, pidamos al Señor
que nos conceda el don de la fe, y la valentía para deshacernos de todo lo que
nos impide la conversión plena.
Que tengan una linda semana llena de la PAZ que solo la fe en Cristo Jesús puede traernos.
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