"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
Manuel Enrique Figueroa
TRISTEZA
De acuerdo con la Real Academia de la Lengua, la
tristeza es la cualidad del triste. Es una emoción y representa una reacción
ante una pérdida o situación adversa por la que nos vemos superados, según
podemos encontrar en el portal Discapnet de la ONCE. La tristeza normalmente es
motivada por la vivencia de una situación adversa. Hablaba hace unos días con
mi prima Cristina, una mujer generosa con lo próximo y lo distante, sobre la
situación que estamos viviendo en relación con la COVID-19. Me dijo que lo que
vive España y el mundo le produce tristeza. Veo lógico este sentimiento en el
momento actual.
La primera frase de la novela esencial Ana Karenina de León Tolstoi,sin
lugar a duda una de los más conocidos inicios de obras literarias de todos los
tiempos, es “todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada
familia infeliz lo es a su manera”. Es tremendo que la infelicidad pueda ser
tan diversa. ¿Cuántas formas de infelicidad ha conocido el conjunto de las
familias españolas en este tiempo de la COVID-19?
Una causa de tristeza ha sido evidentemente el
fallecimiento de familiares, inocentes ante una virus terrible del que no
sabemos su origen ni sus complicaciones. Me pregunto qué información completa
nociva para el ser humano tendrá el ARN de este virus. A la tristeza por la
muerte se une la imposibilidad que han tenido muchas familias de un
acompañamiento adecuado al ser querido en su partida. La incertidumbre y la
falta de información sobre la situación de familiares en los Centros de Mayores
han sido terribles y ha generado mucha tristeza. La falta de recursos
económicos generada por el Estado de Alarma en relación un país parado, durante
cien días, ha sido muy extendida.
Familias de todo tipo se han visto abocadas a pedir
comida y asistencia a grupos e instituciones que de forma generosa han cumplido
con una sociedad doliente. Las parroquias han asistido a un número de familias
entre cinco y diez veces superior a la ayuda habitual. Bancos de alimentos y
supermercados solidarios desbordados ante un país con mucha necesidad. Familias
monoparentales sostenidas por mujeres en situaciones muy extremas.
En Andalucía tenemos 200.000 pobres más. Si los
pronósticos económicos derivados de la crisis sanitaria y el confinamiento se
cumplen (descenso del PIB del 9% y el paro llegue al 19%) podría alcanzarse la
cifra de 10 millones de personas con pobreza relativa, las que perciben
ingresos por debajo del 60% de la media, más 700.000 más que antes del crisis
que vivimos. El esfuerzo del Gobierno ha sido grande pero el número de
peticiones ha desbordado la capacidad de respuesta inmediata por lo que algunas
familias han estado casi dos meses sin ingresos o insuficientes.
La brecha digital y cultural de nuevo han sacudido a
nuestra sociedad poniendo de manifiesto que no todos somos iguales ante la
enseñanza por mucho que ahora se defienda como un nuevo paradigma la enseñanza
a distancia por condiciones forzadas. Mujeres maltratadas teniendo que convivir
con sus crueles maltratadores. En España, las llamadas al teléfono de
ayuda a las víctimas, el 016, han subido un 60%. El aumento del riesgo de
violencia machista es común a todas las regiones del mundo donde se
está produciendo confinamiento por la crisis de la crisis de la COVID-19.
Apartamentos de superficie insuficiente en condiciones normales, a veces con
familias hacinadas. Mientras muchos políticos viven en inmensos chalets con
amplios jardines. Un país confinado resistiendo y con mucha tristeza a pesar de
la alegría generosa mostrada en los balcones. Qué decir de los sanitarios
luchando contra un virus desconocido en origen y en propiedades sin los medios
suficientes, muchos muriendo en su agónica batalla. Fuerzas de seguridad
arriesgando la vida en una arriesgada labor de desinfección. También otras
fuerzas de seguridad a veces incomprendidas en su labor de protegernos.
El Ingreso Mínimo Vital del Gobierno de España ha
supuesto una prestación dirigida a prevenir el riesgo de pobreza y exclusión
social de las personas que viven solas o están integradas en una unidad de
convivencia y carecen de recursos económicos básicos para cubrir sus
necesidades básicas. Dicho Ingreso podrá mejorar la situación de casi un millón
de hogares. Pero también da tristeza ver como ante una pobreza incrementada los
ricos son todavía más ricos. ¿Adonde fue la equidad y la justicia? ¿Adónde fue
el amor en definitiva? De acuerdo con la revista Forbes, los veintitrés
milmillonarios de España han visto aumentada sus riquezas en 19.000 millones de
euros.
Es triste ver cómo la desgracia ha enriquecido a muchos
a nivel mundial con la especulación de elementos básicos para salvar vidas. De
nuevo recuerdo aquí la novela total Los
Miserables de Victor Hugo, donde se manifiesta que los
miserables son una mezcla de desgraciados y despreciables en un colectivo
social. Los despreciables haciendo más miserables aún a los desgraciados. Muy
triste. En el Congreso de los Diputados se va a frenar una propuesta para gravar
más las grandes fortunas. Es muy triste.
Todavía esperamos la respuesta global de la Unión
Europea, ya ha habido medidas esperanzadores al revés de la respuesta a la
crisis financiera que tuvo la Unión en 2008, que nos puede aliviar mucho la
crisis económica y social. Necesitamos esta respuesta solidaria de la Unión
Europea para que España no se hunda y la tristeza se generalice más. Creo en el
ser humano y su trascendencia, creo en la fuerza inspiradora del Evangelio que
ilumine a aquellos católicos, con poder político, económico y financiero que
puedan ayudar a España. Hay muchos motivos para la tristeza, tiene razón mi
prima Cristina, la tristeza es una palabra, un sentimiento, que puede inspirar
lo que vemos en estos tiempos, pero también hay esperanza y hay alegría en la
manifestación de bondad universal que hemos visto en muchas personas
solidarias. Hay lugar para la esperanza pero quien más pueda ayudar que ayude
para que sea verdad la frase, repetida como un mantra, que dice que de esto
salimos juntos.
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