Archidiócesis de Sevilla
Carta
pastoral del Arzobispo de Sevilla por el Corpus Christi 2020
‘Eucaristía y Caridad’
Queridos hermanos y
hermanas:
Celebramos en este domingo la solemnidad del Corpus
Christi. En ella, todos estamos convocados a renovar nuestra fe en el
sacramento eucarístico, corazón de la Iglesia, fuente y culmen de la vida
cristiana. Todos estamos invitados a adorar al Señor, a aclamarlo en nuestras
calles y a ir caracterizando nuestra vida como una existencia eucarística,
modelada y marcada por este sacramento admirable.
En la solemnidad del Corpus Christi, la Iglesia en
España celebra también el Día de la Caridad. Cada celebración eucarística
actualiza sacramentalmente la entrega de Jesús en la Cruz por nosotros y por
todos los hombres, haciéndose pan partido “para la vida del mundo” (Jn 6,51). Aquí estriba
la estrecha relación que existe entre el misterio eucarístico y el servicio de
la caridad. Nuestra participación en la Eucaristía debe hacernos testigos de la
compasión de Dios por cada hermano nuestro. El encuentro íntimo con Jesucristo
en el sacramento de su cuerpo y de su sangre, que conlleva la comunión de
nuestra voluntad y de nuestros sentimientos con los suyos, nos debe impulsar a
mirar a nuestros hermanos con los mismos sentimientos de Jesús, con sus mismos
ojos y con su mismo corazón, amándolos también “hasta el extremo” (Jn 13,1). La participación en
la eucaristía debe impulsarnos, pues, a hacernos, como Jesús, “pan partido”
para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno. En
la Eucaristía el Señor nos invita a acercarnos con amor a los pobres y
excluidos y nos dice como a los discípulos: “dadles vosotros de comer” (Mt 14,16).
Como afirmara el papa Benedicto XVI en su encíclica Deus caritas est, “la unión con Cristo es al
mismo tiempo unión con todos los demás a los que Él se entrega. No puedo tener
a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que
son suyos o lo serán” (n. 14). Por ello, la Eucaristía es
fuente y al mismo tiempo exigencia de reconciliación, de unidad, de
compromiso por la justicia y de empeño constante de los cristianos por
transformar las estructuras injustas para restablecer el respeto por la
dignidad del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios.
En esta solemnidad la Iglesia nos recuerda que la
Eucaristía sin la caridad se convierte en un culto vacío, tantas veces
denunciado por los profetas en la Sagrada Escritura. Nos recuerda también que
la caridad sin la Eucaristía se convierte en mera acción social, en pura
filantropía, que antes o después termina desvaneciéndose. Por ello, la
solemnidad del Corpus Christi es una oportunidad extraordinaria para afianzar
la vinculación entre Eucaristía y caridad, de modo que la adoración al Señor
nos lleve a descubrirlo en el hermano pobre y necesitado, y el ejercicio de la
caridad revitalice y refresque nuestras celebraciones eucarísticas, a menudo
acartonadas y rutinarias. La consideración de esta doble dimensión, anverso y
reverso de un mismo misterio, nos debe ayudar a todos, pero especialmente a los
sacerdotes, a celebrar cada vez más dignamente la santa Eucaristía,
a favorecer el culto y la adoración eucarística fuera de la Misa y hacer
todo lo que esté en nuestras manos como Iglesia diocesana para servir mejor a
los pobres.
En este día del Corpus Christi pedimos al Señor que nos
conceda unas manos generosas para compartir nuestros bienes, aún los necesarios,
con nuestros hermanos necesitados. Hemos de pedirle también que nos conceda un
corazón capaz de conmoverse ante los pobres y los que sufren. El corazón es la
sede de los sentimientos, de la compasión y del amor abnegado. Del Corazón de
Cristo presente en la Eucaristía nace su entrega sacrificial por todos
nosotros. Sintonizando con su Corazón, también el nuestro nos impulsará a hacer
de nuestra vida una donación de amor a todos nuestros hermanos, especialmente a
los empobrecidos como consecuencia de la crisis económica y a cuantos yacen en
las cunetas de nuestro mundo.
Al mismo tiempo que invito a todos los fieles de la
Diócesis a ser generosos en la colecta de este domingo, destinada a Cáritas, no
puedo terminar mi carta semanal sin saludar con afecto y gratitud al Director,
Delegado episcopal, los voluntarios, responsables y técnicos de nuestra Cáritas
Diocesana y de las Cáritas parroquiales. Les agradezco su entrega y los
excelentes servicios que prestan a través de sus programas a los más pobres, transeúntes,
inmigrantes, familias desestructuradas y parados de larga duración. Pido a los
sacerdotes que consideren la Cáritas parroquial como un flanco importante de la
vida comunitaria. Si así fuera, faltaría a la parroquia algo fundamental.
Invito a todos a seguir fortaleciendo la genuina identidad cristiana de
nuestras Cáritas y a cuidar los fundamentos sobrenaturales de nuestro
compromiso fraterno y solidario. En la Eucaristía, vivida, celebrada y adorada,
encontraréis cada día la fuerza para seguir ofreciendo a nuestros hermanos más
pobres motivos de esperanza en un futuro mejor.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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