"Ventana abierta"
Cinco claves para que
nuestras oraciones sean respondidas
¿Cómo sabemos que Dios
va a escuchar nuestras oraciones y que van a ser respondidas? Aquí hay cinco
cosas que la Biblia nos dice que hagamos.
Si usted es como yo,
probablemente se identifica con esta conmovedora oración del rey David:
“Escucha, oh Eterno, mis palabras; Considera mi gemir. Está atento a la
voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré” (Salmo 5: 1-2).
Sabemos que Dios se preocupa profundamente por nosotros, y Él quiere que
vayamos a Él en oración. Pero, ¿cómo podemos saber que Él nos va a escuchar y
va a responder nuestras oraciones?
Afortunadamente Dios nos responde a esa pregunta. La Biblia revela cinco
claves para que nuestras oraciones sean respondidas.
Primera clave: pedir
Jesús dijo en Mateo 7:7: “Pedid, y se os dará” (énfasis
añadido). Éste es un punto de partida muy básico. Sin embargo, es uno que a
menudo se malentiende o no es utilizado.
Un joven me dijo una vez que no había orado hacía más de dos años. Le
recalqué la importancia de la oración. Su respuesta fue: “Pero, ¿no dice la
Biblia que Dios sabe lo que necesitamos antes de pedírselo?” Se refería a las
palabras de Cristo en Mateo 6:8.
Sí, nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de pedir, pero preguntando
le mostramos a nuestro Padre que vemos la necesidad de hacerlo, y realmente
queremos su ayuda para satisfacer esa necesidad. Pidiéndole le mostramos la
importancia de la necesidad para nosotros. Dios, por supuesto, también ve la
diferencia entre las oraciones repetitivas, habituales y persistentes,
fervientes y oraciones sinceras.
El recuento que hace Lucas de las palabras de Jesús también añade una
importante verdad: “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide
pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?
¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿¡cuánto más vuestro Padre
celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!?” (Lucas
11: 9-13).
Para aprender a adorar y servir al verdadero Dios, necesitamos su
Espíritu, que nos revela su verdad (Juan 4:24). Dios dice que dará su Espíritu
a los que se lo pidan. Tenemos que estar pidiendo ayuda y poder de Dios (que Él
da a través de su Espíritu) a diario.
Segunda clave: tener fe
Tener fe —creyendo que Dios de hecho va a escuchar y responder— es una
clave fundamental para recibir respuestas a nuestras oraciones. El apóstol
Santiago explicó en Santiago 1:5-8: “Y si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no
dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es
arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien
tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es
inconstante en todos sus caminos”.
La fe está basada en las promesas de Dios. Cuando Dios ha hecho una
promesa, podemos estar seguros de que Dios siempre cumple lo que promete.
Éste fue el ejemplo de Abraham cuando Dios le dijo que tendría un hijo en
su vejez. “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se
fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que
era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Romanos
4:20-21).
Jesús habló claramente acerca de la fe y de la oración en Marcos 11:22-24:
“Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este
monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que
será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo
lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.
Pedir con fe es una clave fundamental para recibir respuestas a nuestras
oraciones.
Tercera clave: buscar la voluntad de Dios
El apóstol Juan escribió: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,
sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1
Juan 5: 14-15).
Alguien me dijo una vez: “¡Oh, si tan sólo conociera la voluntad de Dios!”
Pero la voluntad de Dios no es una cosa mística, inescrutable. Dios revela
su voluntad en las páginas de la Biblia. La Biblia revela las palabras de Dios,
que explican cómo Él quiere que vivamos. Es la voluntad de Dios que vivamos de
acuerdo a como Él diseñó la vida humana y poder ser felices. Es la voluntad de
Dios que entendamos las verdades del propósito de la vida y lo que Él está
haciendo cuando nos da acceso a ese conocimiento. Es la voluntad de Dios que
reclamemos las muchas promesas que nos ha dado en su Biblia.
¿Cuáles son algunas de sus promesas —cosas que son su voluntad que
reclamemos?
La oración modelo —a menudo llamada el Padre nuestro— da una serie de
ejemplos (Mateo 6:9-13):
Danos hoy nuestro pan
de cada día (proveer nuestras necesidades).
Perdónanos nuestras
deudas (pecados).
No nos metas en
tentación (nos ayuda a estar alerta para evitar situaciones que conducen al
pecado).
Líbranos del mal (nos
ayuda a superar las influencias de Satanás en nuestra vida).
Otras promesas incluyen:
La sabiduría
(Santiago 1:5).
Sanidad (Santiago
5:14).
Todas las cosas se
resuelven para bien: “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”
(Romanos 8:28).
Hay muchas más promesas en la Biblia. La voluntad de Dios es que nosotros
las reclamemos. Así que si venimos a pedirle alguna cosa conforme a su
voluntad, Él nos escucha.
Sin embargo, esto no quiere decir que Él responde de inmediato que sí a
todo lo que es su voluntad. Como se explica en nuestro artículo “Cinco enemigos
de la esperanza”:
“Pero hay muchas cosas que son la voluntad de Dios que no reciben un sí de
inmediato. Dios quiere que podamos prosperar y estar bien de salud, para tener
una vida abundante, para ser sanado. Pero aun así Él responde de diferentes
maneras:
Sí.
Sí, pero no todavía.
No, pero tengo algo
mejor para ti.
La obediencia es una clave fundamental para que nuestras oraciones sean
respondidas. El apóstol Juan escribió: “y cualquiera cosa que pidiéremos la
recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que
son agradables delante de él” (1 Juan 3:22). “Aparentemente, las oraciones sin
respuesta, no son prueba de que nos falte fe. En cambio, son ejercicios para
fortalecer la fe—parte del duro entrenamiento básico por el cual tenemos que
pasar ahora para prepararnos para ser eternos, reyes poderosos
ayudando en el Reino de Dios. Es la preparación para ser transformados
completamente a imagen y semejanza de Dios —¡para ser hijos de Dios!”.
Cuarta clave: obedecer
La obediencia es una clave fundamental para que nuestras oraciones sean
respondidas. El apóstol Juan escribió: “y cualquiera cosa que
pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus
mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante
de él” (1 Juan 3:22).
En Salmos 34:15 dice: “Los ojos del Eterno están sobre los justos, Y
atentos sus oídos al clamor de ellos”. Una definición simple de justos es
“hacer lo que es correcto” (Webster´s New World Dictionary [Diccionario
Webster del Nuevo Mundo]). La justicia divina es hacer lo que es correcto
delante de Dios o, como escribió Juan, haciendo “las cosas que son agradables
delante de él”.
Dios quiere que le obedezcamos. Él nos dio sus mandamientos y leyes para
instruirnos en los principios de la vida que producirán la felicidad que todos
queremos. Dios nos ama y sólo quiere que cosechemos buenos frutos en nuestra
vida. Dios quiere que lo amemos.
Como dijo Jesús, el gran mandamiento de la ley es: “Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37).
Nosotros le mostramos amor a Dios cuando lo obedecemos. El apóstol Juan
explica esto en 1 Juan 5:3: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus
mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.
Dios quiere que le demostremos nuestro amor de la misma manera que
nosotros queremos que nuestros hijos lo hagan. Apreciamos los abrazos, besos y
palabras que expresan el amor de nuestros hijos. Pero queremos especialmente,
ver a nuestros hijos siguiendo las instrucciones que les damos por su bien.
Cuando vienen a pedir permiso para salir con sus amigos, somos más
propensos a escuchar su petición cuando vemos que han estado siguiendo las
reglas que hemos establecido con respecto a la seguridad, horario de llegada y
a evitar las drogas y el alcohol. Todos los abrazos, besos y los “te quiero” no
van a compensar el que no obedezcan estas reglas tan importantes.
Lo mismo ocurre con Dios. Para mostrar verdaderamente amor por Dios,
tenemos que obedecer sus órdenes de corazón.
Si no hemos estado viviendo nuestras vidas de una manera agradable a Dios,
no podemos llegar “confiadamente al trono de la gracia” (Hebreos 4:16)
esperando recibir lo que pedimos a menos que verdaderamente nos arrepintamos
—comprometernos a cambiar del camino del pecado al camino de la obediencia.
Quinta clave: pedir en el nombre de Jesús
Jesús dijo varias veces que debemos hacer nuestras peticiones —pedir— en
su nombre (Juan 14:13-14; 15:16). ¿Qué significa terminar nuestras oraciones
“en el nombre de Jesús”?
La frase “en el nombre del Eterno” se usa muchas veces en la Biblia. Se
usa para expresar que algo se estaba haciendo por la autoridad de Dios.
En Inglaterra, cuando alguien venía en nombre del rey, venía con su apoyo
y autoridad, teniendo este privilegio otorgado por el mismo rey. Nadie podría
adjudicarse este privilegio por sí mismo. El que venía en nombre del rey, por
lo general gozaba de favores, derechos y privilegios.
Así, del mismo modo, cuando terminamos una oración a nuestro Padre con las
palabras “en el nombre de Jesús”, estamos ejerciendo un privilegio que nos ha
concedido nuestro Salvador y haciendo lo que Jesús nos ha ordenado hacer.
Jesús quiere que vayamos en su nombre ante el Padre. El Padre ama
profundamente a su Hijo primogénito. También nos ama profundamente. Cuando venimos
en nombre de Jesús, estamos obedeciendo la voluntad de Jesús y estamos
demostrando que queremos tener la misma relación con nuestro Padre que Él
tiene.
La noche en que Jesús murió como el perfecto cordero expiatorio
—sacrificado por nuestros pecados— Él les enseñó a sus discípulos muchas
verdades. Él les dijo: “ En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de
cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que
vuestro gozo sea cumplido. Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora
viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré
acerca del Padre. En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo
rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me
habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios” (Juan 16: 23-27).
Todos queremos saber que Dios nos escucha cuando oramos. Podemos estar
seguros de que lo hace si venimos delante de Él usando estas claves.
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