"Ventana abierta"
Sagrado Corazón de Jesús: Rostro
de la Misericordia del Padre
Catholic.net
Jesús ofrece su
corazón adorable a nosotros, miserables pecadores, indignos de recibir tanto
amor.
Por: Varios | Fuente: elcatolicismo.com.co / ACIprensa.com
La devoción al Corazón de Jesús es de origen
medieval, siendo los escritos de santa Matilde de Hackeborn, santa Gertrudis de
Helfa y santa Ángela de Foligno los testimonios más antiguos. Sin
embargo, la fuente más importante de la devoción, en la forma en que la
conocemos actualmente, es santa Margarita María Alacoque de la orden de
la visitación de Santa María, a quien Jesús se le apareció...
En dichas apariciones, Jesús le dijo que
quienes oraran con devoción al Sagrado Corazón, recibirían muchas gracias
divinas. Hay una fecha concreta en que esta devoción pasó a vivirse con un
enfoque determinado; enfoque que lo dio el mismo Jesús a santa Margarita María
de Alacoque el 27 de diciembre de 1673. El confesor de santa Margarita María
Alacoque fue san Claudio de la Colombiére, quien creyendo en las revelaciones
místicas que ella recibía, propagó la devoción.
Los jesuitas extendieron la devoción por el
mundo a través de los miembros de la Compañía, y los libros de los jesuitas
Juan Croisset y José de Gallifet ,fueron fundamentales para esta difusión. A
pesar de controversias y de opositores, como los jansenistas, los fieles
confiaron en la promesa que Jesús hizo a la santa: "Mi Corazón
reinará a pesar de mis enemigos".
Mi corazón reinará a pesar de mis
enemigos
En la Iglesia Católica el Sagrado Corazón es la
devoción referida al corazón de Jesús de Nazaret, como un símbolo de amor
divino. La devoción al Sagrado Corazón tuvo su origen en una corriente mística
centrada en la persona de Jesucristo, que concebía el corazón como centro vital
y expresión de su entrega y amor total.
En tal sentido, la devoción al Sagrado Corazón
refiere en particular a los sentimientos de Jesús, y en especial a su amor por
la humanidad según lo resume el evangelio de Juan 13,1: “Antes de la fiesta
de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo
al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo”.
Hispanoamérica y el Sagrado corazón
A
la vez que la devoción al Sagrado Corazón se extendía por España por mediación
de los jesuitas y apoyados por la carta del Rey de España al papa, la
devoción se impulsó por América y las Filipinas.
La República del Ecuador el 25 de marzo de 1873, fue el
primer país en el mundo que se consagró oficialmente al Sagrado Corazón de
Jesús y al Inmaculado Corazón de María.
En
el Perú, la iglesia de San Pedro de los jesuitas (Basílica y convento de San
Pedro ) es el Santuario Nacional del Corazón de Jesús. En junio se realizan en
esta iglesia las celebraciones del Sagrado Corazón de Jesús durante todo el
mes, culminando con una procesión de su imagen; esta procesión se lleva a cabo
desde 1878.
El
Sagrado Corazón de Jesús es además el patrono
de la Armada de Chile y también el de los ferrocarrileros. En México para ser más exactos en León (
Guanajuato) se encuentra el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús:
Además la Catedral de Ciudad Victoria, capital del estado de Tamaulipas tiene
el Sagrado Corazón como patrono. En casi todos los templos católicos de este
país se le dedica una capilla.
En Colombia el 22 de junio de 1902 se
realizó la consagración al Sagrado Corazón de Jesús. El acto se llevó a cabo en el templo llamado del
Voto Nacional, construido como voto de todos los colombianos pidiendo el fin de
la llamada "Guerra de los Mil Días", por iniciativa de Bernardo
Herrera Restrepo. Además en todas las iglesias de Colombia, desde ese día, se
declara al Corazón de Jesús patrono de Colombia.
La Misericordia del Sagrado Corazón
El
lector de los escritos de San Juan Eudes no puede sino maravillarse ante la
facilidad y la simplicidad con las cuales asocia a las sublimidades de la
metafísica cristiana las de la humildad. Sus categorías se esclarecen y
fortalecen recíprocamente. Por ejemplo ¿cómo no emocionarse con el pasaje
siguiente:
"Oh Dios mío, qué es el hombre para que lo ames tanto? ¿No sabes que la mayor parte de los hombres no hace caso de ti y que no tienen sino desprecio por gracias y que sólo te tributan ingratitudes y ultrajes? ¿Has olvidado, Señor mío, quién eres y cuál es la gloria infinita de tu divina Majestad que abates hasta el punto de dar tu corazón adorable a gusanos de tierra y a miserables pecadores que no son dignos ni del menor de tus pensamientos?
En la medida en que el cristiano cultive en sí mismo la conciencia de su dignidad respecto del amor con el que es gratuitamente amado, los mandamientos divinos se le mostrarán como otras amorosas atenciones de su Creador respecto de sí. El peso de su obligación abre el paso a la dulzura de su ejecución.
"Dios ha querido mandarnos que le amemos. ¡Oh cuánta bondad! ¿Oh cuánta gracia! Para comprenderla bien, habría que conocer la distancia infinita que hay entre Dios y el hombre, entre aquel que es el soberano bien y la fuente de todo bien, y aquel que es un abismo de males y de miseria.
Ciertamente si conocemos bien lo que es Dios y lo que somos,
estaríamos extraordinariamente sorprendidos del mandamiento de amarlo que su
divina Majestad nos hace, porque veríamos que nos haría uyn gran favor si nos
permitiera pensar en él (…) Esto no es basta a la bondad infinita que
tiene para nosotros; nos ordena que lo amemos como padre”.
Sobre
el fondo del cuadro de la diferencia infinita entre creatura y Creador, la
ética cesa de aparecer como una imposición extrínseca y e mandamiento divino,
sin dejar de ser tal, se vuelve manifestación de misericordia. El Ser divino deja transparentar su misericordia no sólo
cuando perdona, sino también cuando ordena ya la brinda.
El lector del
santo es conducido a entrever que su anterior insumisión a la orden divina
tenía su raíz en una inconsciente y orgullosa voluntad de equiparar su pequeñez
al infinito y al absoluto de la divinidad. Ciego, cerraba los ojos delante de
las innumerables manifestaciones de la misericordia.
El
mérito de Juan Eudes al mismo tiempo que su originalidad consiste a no
aislar del conjunto del dogma, de la ética y del culto privado o público y
sacramental la fe amante en la misericordia infinita del Corazón de Jesús.
Manifiesta su presencia en todas las realidades, morales y espirituales. El
universo eudista es un universo pan-misericordioso.
El
discípulo de san Juan Eudes es invitado por él a reconocer la misericordia
infinita del Corazón de Jesús en todas las partes de este universo: no sólo en
el cielo sino también sobre la tierra e incluso en el infierno. De ahí la
impresión optimista que se desprende de sus escritos y que sin embargo en nada
impide su alcance reparador.
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