28 ene, 2011 por Centinelas NAO
“Entrada la noche se puso a orar” (Mt14,23)
Primero nos ocurrirá un proceso de purificación y cambio. Se hará pedazos la distancia con el “Dios del cielo” para unirnos definitivamente al “Dios de la tierra”. Una vez encontrado, nosotros las olas, ya no nos consideraremos parte del mar, pues sólo habrá mar. Dios como realidad Una, es como el mar, que se manifiesta en miles de oleajes diferentes pero sigue siendo la misma agua. Sólo el Espíritu hace del mar (Dios) y de la ola (nosotros-mundo) una unidad indivisible en una sana tensión (ya que no son iguales, pero sí son lo mismo). “Todo es ola y mar a la vez ya que en esencia la ola y el mar son agua”. Dios se ha hecho Enmanuel en nosotros “si yo no existiese, Dios tampoco” (maestro Eckhardt), “Dios es como un río que entra en el mar, no puedo distinguir las aguas” (Santa Teresa. 7ª morada)
Noche en oración
“Era un arroyo pequeño, más bien un riachuelo, que nació de una suave lluvia de otoño. El agua caída del cielo aquella tarde, resbaló montaña abajo, y allí apareció él. Así, sin más, sin saber cómo, sin preguntar por qué, sin tener por dónde.
Tan pequeño se sentía, tan reciente su caminar.
Un riachuelo que no era más que agua en movimiento, campo a través, sin prisas por llegar a donde ni siquiera conocía.
Quizás al mar. Quizás.”
1. En el origen, la fuente
(1ª parte)
“Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas…”
Gn1, 2
“Al principio ya existía la Palabra y la Palabra se dirigía a Dios y la Palabra era Dios.” Jn1, 1
“Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé semilla al sembrador y pan para comer, así será mi Palabra…” Is55, 10
“Le dice la mujer: -Señor, no tienes cubo y el pozo es profundo, ¿de dónde sacas agua viva?” Jn4, 11 “
“ … el agua que yo le dé se convertirá dentro de él en fuente de agua que brota dando vida eterna” (Jn 4,14)
… Había un hombre que tenía una doctrina. Una doctrina que llevaba en el pecho, una doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco. Y la doctrina creció. Y tuvo que meterla en un arca, en un arca como la del Viejo Testamento. Y el arca creció. Y tuvo que llevarla a una casa muy grande. Entonces nació el templo. Y el templo creció. Y se comió al arca, al hombre y a la doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco. Luego vino otro hombre que dijo: El que tenga una doctrina que se la coma, antes de que se la coma el templo; que la vierta, que la disuelva en su sangre, que la haga carne de su cuerpo… y que su cuerpo sea bolsillo, arca y templo… (León Felipe)
2. En el camino, el río
(2ª parte)
“Del zaguán del templo manaba agua (…) El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia levante. Midió quinientos metros, y me hizo atravesar las aguas: ¡agua hasta los tobillos! Midió quinientos metros, y me hizo cruzar las aguas: ¡agua hasta las rodillas! Midió otros quinientos, y me hizo pasar: ¡Agua hasta la cintura! Midió otros quinientos: era un torrente que no pude cruzar, pues habían crecido las aguas y no se hacía pie.” Ez47, 1.3-5
“Le dice Jesús: -Yo soy el camino, la verdad y la vida.” Jn14, 6
“Me mostró un río de agua viva, brillante como cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de la plaza y en los márgenes del río crece el árbol de la vida…” Ap. 22, 1-2
… Ya en la antigua Grecia, el filósofo Heráclito se dio cuenta de que uno no puede nunca bañarse dos veces en el mismo río. Todo cambia y fluye. El río cuyas aguas nos mojan al meternos por segunda vez habrá cambiado casi por completo, ninguna de sus gotas será la misma, aunque se llame de la misma manera y transcurra por el mismo cauce. Y tampoco nosotros seremos los mismos, si nos mojamos…
3. En el final, el mar
(3ª parte)
“Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -Boga mar adentro y echa las redes para pescar” Lc5, 4
“El se despertó e increpó al viento y al oleaje; cesaron y sobrevino la calma. Les dijo: ¿Dónde está vuestra fe?” Lc8, 24-25
“Todos los seres vivos que bullan, allí donde desemboque la corriente tendrán vida, y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.” Ez47, 9
“Al oír Pedro que era el Señor, se ciñó un blusón, pues no llevaba otra cosa, y se tiró al agua.” Jn21, 7
…. Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto ahí a visto hasta entonces. «¿Quién eres tú?», le preguntó al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar le respondió: «Entra y compruébalo tú misma».Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: «¡Ahora ya sé quién soy!»…..
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