"Ventana abierta"
La Buena Semilla
No os hemos dado a conocer el poder y la venida
de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo
visto con nuestros propios ojos su majestad.
2 Pedro 1: 16
Testigos del poder de Dios
El Evangelio no está basado en la sabiduría de
los hombres ni en uno de sus inventos, sino en la revelación de Dios en la
historia, observada, atestada por testigos oculares y transcrita en la Biblia.
La muerte y la resurrección de Jesucristo no son ficciones ni leyendas: son
hechos históricos auténticos (1 Corintios 15: 3-8).
Los que aceptan el Evangelio descubren la
realidad del amor y de la sabiduría de Dios, quien nos creó. No se trata de una
secta, de un producto de moda o de una fuente de locura temporal. ¿Por qué?
Simplemente porque el Evangelio no es el fruto de la imaginación humana, de una
idea que un hombre concibió. Es la revelación personal del Dios de gracia, que
no solo declara poder colmar las necesidades espirituales de la humanidad, sino
que ya actuó en ese sentido. Sea quien sea, viva en donde viva, el Evangelio
tiene el poder de transformarlo y sostenerlo. Es la buena noticia de Dios, la
noticia del perdón y de la salvación a través de la muerte de su Hijo (Romanos
1: 16).
Nuestra fe no descansa en la sabiduría humana,
sino en el poder de Dios, el mismo que resucitó a Jesús, transformando así una
escena de desesperanza en victoria. Los que creen no son personas ingenuas;
ellas simplemente aceptaron los testimonios fiables relatados por los primeros
cristianos en la Palabra de Dios, y esta Palabra cambió todo en su vida.
Adaptación de A.M.G.
“Ni mi palabra ni mi predicación fue con
palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y
de poder” (1 Corintios 2: 4).
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