"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Tuya es, oh Señor, la magnificencia y el poder,
la gloria, la victoria y el honor… nosotros alabamos y loamos tu glorioso
nombre… ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer
voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu
mano te damos.
1 Crónicas 29: 11-14
Todo tipo de oraciones (13) – La
oración de alabanza y adoración de David
El rey David, ya mayor, estaba a punto de dejar
el trono a su hijo Salomón, quien tendría el privilegio de construir el templo
de Dios. David preparó todo, pues para él este asunto era muy importante.
Reunió al pueblo, le habló del futuro templo e hizo un llamado a hacer
donaciones. El pueblo, de un solo corazón, ofreció materiales en abundancia
para la casa de Dios. Entonces David, feliz y agradecido, dirigió a Dios la
oración de alabanza y adoración que leemos en el versículo del día. Celebró su
grandeza y se maravilló de tener el privilegio de ofrecer algo a un Dios tan
grande y bondadoso e invitó a todos los presentes a postrarse ante Dios.
Esta alabanza brotó espontáneamente del corazón
del rey David. La grandeza, el poder y la bondad de Dios produjeron en él un
profundo sentimiento de su pequeñez y una adoración ferviente.
Cristianos, la bondad de Dios hacia hombres
pecadores y enemigos se manifestó de forma todavía más maravillosa mediante el
don de su muy amado y unigénito Hijo. Como David, nos sentimos muy pequeños
ante tanta bondad. Nos unimos al apóstol Pablo para exclamar: “¡Gracias a Dios
por su don inefable!” (2 Corintios 9: 15). Nuestro corazón desborda de
agradecimiento hacia el autor de nuestra salvación: “Al que nos amó, y nos lavó
de nuestros pecados con su sangre… a él sea gloria e imperio por los siglos de
los siglos” (Apocalipsis 1: 5-6).
(mañana continuará)
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