"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
OS ODIARÁN POR MI NOMBRE
12 « Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre;
13 Esto os sucederá para que deis testimonio.
14 Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa,
15 porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.
16 Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros,
17 y seréis odiados de todos por causa de mi nombre.
18 Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.
19 Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. (Lc. 21, 12-19)
Esta predicción de Jesús para sus seguidores, sabemos que se ha cumplido en el pasado: tantos mártires, hombres, mujeres y niños que han dado su vida, confesando el Nombre Sagrado de Jesús, con unas palabras de sabiduría, que nadie podía argüir, y desconcertaba a los perseguidores. Ello hacía crecer el odio a estos cristianos, tan débiles y pobres y con una fuerza que se veía a las claras, no procedía de ellos sino de un Ser superior que les daba sus Palabras y su valentía. En estos momentos de persecución, algunos de los verdugos quedaban fuertemente tocados por la gracia de Dios y cambiaron su odio a Jesús por un amor cualificado, que tampoco procedía de ellos, pero sí que pedía su acogida y asentimiento...
Hoy, en algunos países, sigue dándose este cruel acoso de la fe y la religión. Pero en nuestro caso no será este testimonio de sangre, pero sí una persecución sibilina, que es altamente maléfica... Hoy estos poderes infernales se acercan a la conciencia del hombre y “les hacen ver” que, “no es para tanto”, cuando median mis conveniencias personales, por ejemplo, de bienestar y comodidad y en definitiva de un bestial egoísmo solapado...
Pero no siempre crearé yo las circunstancias de una fe débil y cobarde, sino que, como “el demonio anda como león rugiente, buscando a quién devorar”, creará en torno a mí situaciones de miedo y espanto, por lo que a veces imagino que me va a sobrevenir... Entonces, es el momento de dar testimonio de que Jesús es mi Señor y no hay otro que pueda salvarme. Y esto tanto sí vivo como si muero. Porque “en la vida y en la muerte, somos del Señor” ...
Muchas veces a lo largo de la monotonía de la vida, tendré que gritarme y a esos espíritus malos, con voz tan fuerte que me oigan los cielos y la tierra: “¡Jesús, mi Señor!, ¡confío en Ti!”... “¡Tú eres mi Roca y mi Salvación!”...“¡En ti me apoyo con todo mi ser y sé que no quedaré defraudado!”... “! Tú me llevas contigo, a tu fuerte refugio, donde sólo reina la paz y el amor y un silencio cargado de tu presencia viva, y esto ¡eternamente!”... Y aquí está la gracia entrando en mi ser impetuosa: “¡Sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor!”...
Por el Nombre de Jesús sufriré estas cosas, a las que ningún cristiano puede escapar... Pero Jesús mismo sostiene mi perseverancia para salvar mi alma, como lo ha prometido en “su Palabra que es viva y eficaz” y que es fuerte baluarte y “siempre estará conmigo, hasta el fin de los siglos” ¡y por tanto de mi vida!...
¡Jesús, creo en Ti, espero en Ti, te amo sobre todas las cosas y sobre mí mismo!. ¡Qué así se haga en mí!… ¡Amén!...
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