"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.
1 Juan 5: 20
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo.
2 Corintios 5: 19
Jesucristo es Dios
Jesucristo no es un “superhombre”, el mayor filósofo, el más sabio de los hombres, el más honrado de los jefes religiosos… Él es Dios, sin embargo vino a la tierra tomando un cuerpo como el nuestro. Y lo incomprensible para la razón humana es que fue concebido por el Espíritu Santo.
Por ello, rechazar a Jesucristo es muy grave, pues rechazar a Jesús es rechazar a Dios. Al contrario, el que cree en él entra en relación con Dios mismo.
Cuando Jesús estuvo en la tierra, entre los hombres, sus milagros dieron testimonio de su divinidad, pues trajeron la sanidad y la vida a los hombres. Sus predicaciones sorprendieron a todos sus auditores debido a su sabiduría y su verdad.
Nadie pudo sorprenderlo haciendo el mal, pues era un hombre perfecto: “no hay pecado en él” (1 Juan 3: 5), “no conoció pecado” (2 Corintios 5: 21), “no hizo pecado” (1 Pedro 2: 22). ¡Es Dios hecho hombre!
Su comportamiento lleno de amor, de gracia, de justicia, de verdad, de paciencia, de bondad… reveló a los hombres lo que Dios pensaba de ellos. Su resurrección de entre los muertos, efectuada por Dios su Padre, demuestra su divinidad.
Cuando reconocemos la grandeza de Jesucristo, Dios hecho hombre, podemos someternos a él. Además, cuando descubrimos que se hizo hombre porque nos amó, para reconciliarnos con Dios, sacarnos de nuestra miseria moral y darnos la vida y la paz, hacemos más que someternos a él: ¡lo amamos y lo adoramos!
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