"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero.
1 Tesalonicenses 1: 9
Jesús… no hay otro nombre bajo el cielo, dado a
los hombres, en que podamos ser salvos.
Hechos 4: 11, 12
Del budismo a Cristo
Testimonio
“Nací en una familia budista en Tailandia. Mi
abuelo me había inculcado una buena base y un buen ejemplo del budismo teórico
y práctico. A los 13 años, por primera vez vi un crucifijo en un catálogo de
joyas. Esta figura de sufrimiento me atrajo, me intrigó e incluso me asustó.
¿Quién era aquel hombre crucificado? Un profesor, que no era cristiano, me
habló de un tal Jesús… Una tarde mi familia vio un programa en la televisión y
me dio justo el tiempo de oír: “¿Sabe por qué Jesús vino a nacer en un establo?
Porque el mundo no tenía lugar para él. ¿Y usted, tiene un lugar para él?”. Para
mí estaba claro: era un llamado, ¡y respondí!
Sin embargo, durante años estuve perdida entre
la Biblia y el budismo. Recitaba una oración cristiana antes de acostarme,
esperando que esto me trajese protección y bendición. Aún no entendía nada del
nuevo nacimiento, es decir, de la conversión por la que “el mundo me es
crucificado a mí, y yo al mundo” (Gálatas 6: 14). El Señor, que es bueno, fue paciente durante todo este tiempo. Poco a poco me
mostraba quién era, gracias a la Biblia. Mi atracción por Cristo empezaba a
madurar para dar lugar al amor y a la adoración. Fui bautizada a los 17 años;
mi actitud y mi estilo de vida cambiaron: entre otras cosas dejé la compañía de
los aficionados de un grupo musical, que estaban esclavizados a las drogas. A
mí, que no era más que una persona miserable e insignificante, el amor de
Jesús, inimaginable, me hizo una hija de Dios”.
Vérine
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