"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL DÉCIMO SEXTO DOMINGO DEL T.O. (B)
Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se
compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor.
Las lecturas que nos presenta la liturgia de
hoy, especialmente la primera lectura (Jr 23,1-6), el Salmo 23(22) y el
evangelio (Mc 6,30-34) nos presentan la figura del pastor y sus ovejas. Desde
el Antiguo Testamento se había utilizado la figura de las ovejas y el rebaño
para simbolizar el pueblo de Dios (Cfr.
1 Re 22,17; Ez 34). En el capítulo 34 de Ezequiel, Yahvé fustiga a los pastores
que habían abandonado a su pueblo: “No han fortalecido a la oveja débil, no han
curado a la enferma, no han vendado a la herida, no han hecho volver a la
descarriada, ni han buscado a la que estaba perdida. Al contrario, las han
dominado con rigor y crueldad. Ellas se han dispersado por falta de pastor, y
se han convertido en presa de todas las bestias salvajes. Mis ovejas se han
dispersado y andan errantes por todas las montañas y por todas las colinas
elevadas. ¡Mis ovejas están dispersas por toda la tierra, y nadie se ocupa de
ellas ni trata de buscarlas!” (34,4-6).
En la primera lectura de hoy, Yahvé, a través
del profeta Jeremías, promete que Él mismo se encargará de reunir a las ovejas
dispersas y proveerles pastores que cumplan su misión de pastorearlas como
buenos pastores. Y va más allá: “suscitaré a David un vástago legítimo: reinará
como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará
Judá, Israel habitará seguro”.
El Salmo 23 (22) nos brinda la imagen del Buen
Pastor que cuida de su rebaño, protegiéndolo de los lobos y proveyéndole agua y
pasto en abundancia. Figura que Marcos toma en el pasaje evangélico: “Jesús vio
una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor;
y se puso a enseñarles con calma”. Sus discípulos estaban cansados,
probablemente Él también; pero como Buen Pastor antepuso las necesidades y el
bienestar de su rebaño a las suyas, y a las de sus discípulos a quienes había
enviado también a “pastorear”. Por eso se dispuso de inmediato a fortalecer a
las ovejas débiles, curar a las enfermas, vendar a las heridas, hacer volver a
las descarriadas, y buscar a las que estaban perdidas (Cfr. Ez 34,4).
Jesús es el Buen Pastor, el único que puede
guiarnos “por el sendero justo” que nos conduce al Padre. A su lado nos
sentimos protegidos de los lobos que nos acechan día y noche esperando a que
nos apartemos del Pastor para devorarnos. Sin Él estamos indefensos; tan
indefensos como las ovejas, que sin su pastor se desorientan y se exponen a
todo tipo de peligros, incluyendo morir de hambre o sed, o hasta la misma
muerte.
Hoy domingo, día del Señor, digamos
confiadamente, y conscientes del profundo significado de lo que decimos: “El
Señor es mi pastor; nada me falta”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario