"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA LA MEMORIA OBLIGATORIA DE SANTA MARTA
Hoy celebramos la
memoria obligatoria de santa Marta, la hermana de Lázaro y María, amigos de
Jesús. La tradición dice que, como Santiago evangelizó a España, santa Marta
evangelizó a Francia. Marta es un nombre hebreo que significa “señora; jefe del
hogar”. La Escritura nos dice que “Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a
Lázaro” (Jn 11,5). Estos hermanos vivían en Betania, una aldea distante como a
cuatro kilómetros de Jerusalén.
Durante el último año de la vida pública de Jesús, cuando Él movió su
predicación de Galilea a Judea, habitualmente pernoctaba en casa de sus amigos
Marta, María y Lázaro, en donde siempre había una habitación dispuesta para el
Maestro a cualquier hora que llegara. Esa casa era, en efecto, el “hogar” de
Jesús en Judea. Allí se sentía a gusto, amaba a sus amigos, y sus amigos le amaban
y acogían con calor de hogar.
Al igual que a Marta, a su hermana y a Lázaro, Jesús te ama a ti, y le
encantaría hospedarse en tu casa, es decir, en tu corazón (Cfr. Ap 3,20). ¿Tienes una
habitación dispuesta para recibirle?
La liturgia para esta memoria obligatoria nos propone dos lecturas
evangélicas alternas. La primera, tomada el Evangelio según san Lucas
(10,38-42), nos narra el conocido episodio en que Jesús va a visitar a sus
amigos, y mientras Marta se desvivía por tener todo dispuesto para que el Señor
se sintiera acogido (por eso es la santa patrona de los hoteleros), María
estaba sentada a los pies del Maestro escuchándole. Ante el reclamo de Marta a
Jesús para que dijera a su hermana que le ayudara, este le contestó: “Marta,
Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María
ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán”.
La otra lectura evangélica que nos propone la liturgia para hoy (Jn
11,19-27) es el pasaje en que Marta sale al encuentro de Jesús cuando este llegó
tras la muerte de su hermano Lázaro. Las palabras de Marta son a la vez un
reclamo (no de coraje, sino imbuido del cariño propio de un amigo) y una
profesión de fe: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”.
A ese intercambio inicial sigue una conversación entre Jesús y Marta, en
la que Marta reafirma su fe en Jesús, en su mensaje, y en su obra salvífica.
Los últimos tres versículos del pasaje de hoy son una verdadera catequesis:
“Jesús le dijo: ‘Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque
muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?’.
Ella le respondió: ‘Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el
que debía venir al mundo’”.
Esa profesión de fe de Marta se vio coronada con la revitalización de su
hermano Lázaro. Marta estaba segura del poder de Jesús (creía en Jesús y le
creía a Jesús), y ni la muerte de su hermano pudo destruir esa certeza.
Santa Marta, amiga de Jesús, ruega por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario