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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

jueves, 6 de agosto de 2020

“JUSTICIA” EN REDES SOCIALES. EQUÍVOCA ELECCIÓN. Jueves, 6 - Agosto - 2020

"Ventana abierta"


Archidiócesis de Sevilla


Isabel Orellana Vilches

“JUSTICIA” EN REDES SOCIALES. EQUÍVOCA ELECCIÓN


En incontables ocasiones las redes sociales, como tribunal implacable, se asoman a la ventana de cualquier vida para masacrarla y, tal vez, al menos una porción de nuestro rostro lo haga también. Si fuese este el caso hemos de saber que tenemos mucho en común con los acusadores de la adúltera del Evangelio ante la cual hubieron de reconocer el foso de malicia que anidaba en sus corazones. «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra» (Jn 8, 7) los dejó repentinamente enmudecidos.

No ha existido nadie en el mundo que sea absolutamente inocente, excepto el Hijo de Dios. Someter a nuestros congéneres a público juicio revestido de brea, cuya mancha puede que nunca se logre borrar, es un gravísimo atropello que se efectúa impunemente en medio de la algarabía y la ignorancia de una muchedumbre pendenciera, inmisericorde y en exceso desocupada, que ha olvidado su frágil condición. Y es que aunque uno se arrogue estar en posesión de la verdad, si se le ocurre festejar la candidez que presupone en sí mismo lanzándola a los cuatro vientos, mientras ataca la conducta ajena ya ha supuesto demasiado sobre su persona porque el hecho mismo de censurar a otros pone al descubierto su estofa. Además, cualquiera puede convertirse en ídolo caído por alguna tendencia, flaqueza, desliz… llamémosle como queramos, y a menos que haya humildad y verdaderos deseos de cambio, no le gustará admitir sus debilidades, y menos aún que otros las aireen.

Cuánta razón tenía san Agustín al decir: «Todo el que no quiere ver sus pecados, se los echa a la espalda, y los pecados ajenos los pone muy a la vista; no por diligencia, sino por envidia; no para remediarlos, sino para acusarlos; pero de sí mismo se olvida». De nuevo la máxima universal: «trata a los demás como querrías que te trataran a ti» o lo que es lo mismo «no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti», debería ser el ejercicio cotidiano de cada uno de los seres humanos. De toda palabra ociosa (podríamos decir: de todo comentario o acusación malsana en las redes y, naturalmente fuera de ellas) seremos juzgados, nos enseña el Evangelio. Nunca se había tenido a la mano la facultad de hundir una vida como ahora; basta un simple «tweet». Siempre que así se actúa, se arrastra a otros al fango. Y al «derribado» le acompaña el dolor y angustia de sus seres queridos, emociones que sus malévolos detractores han sembrado.

No entremos en esas ciénagas. Los juicios reprobatorios han merecido la sanción de Cristo que nos acompañará más allá de este mundo: «No juzguéis a los demás si no queréis ser juzgados. Porque con el mismo juicio que juzgareis habéis de ser juzgados, y con la misma medida que midiereis, seréis medidos vosotros» (Lc 6, 37-38). Es más, ni Cristo mismo juzga. Así pues, no olvidemos que ninguno hemos sido comisionados para dar ciertas lecciones a nadie.

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