"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
LA CORRECCIÓN FRATERNA
15 « Si tu hermano llega a pecar, vete y
repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
16 Si no te escucha, toma
todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de
dos o tres testigos.
17 Si les desoye a ellos,
díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el
gentil y el publicano.
18 « Yo os aseguro: todo lo
que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la
tierra quedará desatado en el cielo.
19 « Os aseguro también que
si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que
fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.
20 Porque donde están dos o
tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» (Mt.
18, 15-20)
La corrección fraterna es una obra de misericordia que
nos hace avisar al hermano de su error. Jesús, nos habla aquí de “la ofensa que
hemos recibido del hermano”… Esta situación es siempre penosa, porque nos
muestra la falta de amor. A Jesús esto le dolía mucho: Recordamos cuando Jesús
estaba ante el Sumo Sacerdote, antes de ser condenado a muerte, uno de los
guardias le dio una bofetada diciendo: “¿Así contestas al Sumo Sacerdote?”. Y
Jesús respondió: “¡Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado!. Pero si
he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?”... ¡No se puede ver mayor
mansedumbre y humildad en hombre alguno!… Él mismo, nos pidió que le imitáramos
en estas virtudes: “! Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón!”… ¡Podía
habernos propuesto otras cosas, por ejemplo: “ser pobres o ser castos como
yo”!... Pero no, nos propuso “algo”, que es contrario a nuestro propio ego, que
por nada se engríe y crece, no existiendo sino “mi yo”…
Por esto, cuando un hermano me ofende, lo primero he de
sacar de mi corazón el amor, que en este caso se llama “misericordia”… El
hermano, en esta ocasión, está lleno de miserias y está clamando en mí
comprensión y ayuda. Pero he de acercarme con suma delicadeza y ternura, porque
aunque esté en estado desgraciado, está clamando a gritos, quizás sin saberlo,
que le ayude y le tienda una mano… ¡Nadie busca ser malo y hacer el mal!…
“Tómale aparte y repréndelo a solas”… Puede ser que no sea prudente entonces el
acercarme a él, pero siempre queda libre la más eficaz y mejor ayuda: ¡Orar por
él, ponerle en las manos de Dios, para que así, como El es Luz, ilumine sus
tinieblas!… ¡Esto es muy bueno!… ¡Y lo es porque este Amor cualificado “está
atado en el cielo”, y, por lo tanto, escrito en el Libro de la Vida, que tiene
el Cordero, Jesús, nuestro Juez Misericordioso!…
Y seguidamente, Jesús nos habla de “el acuerdo entre dos
o tres para pedir al Padre algo bueno”. Él, que está en los cielos, nos lo
dará”, porque “donde están unos hermanos formando Iglesia en Nombre de Jesús,
allí está Él en medio de ellos”… Dios quiere que seamos Uno en Él, en su
Nombre… ¡Esta oración es poderosísima!....
¡Qué gran consuelo y alegría el estar seguros de que no
caminamos solos por esta vida!... ¡Que no hemos sido echados a este mundo como
un objeto, al azar, sino que nuestro Padre-Dios nos ha creado por Amor y este
mismo Amor nos sostiene en todos y cada uno de los avatares de la vida!... ¡Y
nos seguirá protegiendo y asistiendo en todas nuestras necesidades: las
nuestras y las de nuestros hermanos!…
Y volviendo al principio del Evangelio… “Rezad unos por
otros para que seáis curados… ¡Mucho puede hacer la oración del justo!”…
Unidad, delicadeza, dulzura… ¡Y por encima de todo, la humildad y la
mansedumbre!…
¡Todo, a la hora de corregir y también a la hora de
orar!… ¡Qué Dios, nos conceda ser así, como Jesús!…
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