"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO XXII (T. ORDINARIO)
CICLO
A
-
PRIMER ANUNCIO DE LA PASIÓN DE JESÚS -
Jr. 20, 7-10
7
Me has seducido, Yahveh, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido. He
sido la irrisión cotidiana: todos me remedaban.
8
Pues cada vez que hablo es para clamar: « ¡Atropello! », y para gritar: «
¡Expolio! ». La palabra de Yahveh ha sido para mí oprobio y befa cotidiana.
9
Yo decía: « No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre. » Pero había
en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo
trabajada por ahogarlo, no podía.
(v. 7-8) -
Trozo patético en que Jeremías se rebela contra un Dios al que hace responsable
de su desdicha. Estas imágenes de seducción y lucha indican
la influencia de Jahvé sobre el profeta. Esta expresión de desesperación es
rara en la Bíblia (Jb. 3, 1s.) (Sal. 88).
- Jeremías es blanco de las burlas y befa, no
solo de los notables que escuchan sus profecías de “¡atropello y destrucción!” de
Jerusalén, sino de todo el pueblo. La palabra de Dios en sus oráculos es tan
dura que el mismo sacerdote Pasjur, le hizo dar una paliza y meter después en
la cárcel (v. 2).
(v. 9)
- En su desesperación se hizo el propósito de no recordar más a
Dios, de olvidarse de El y no volver a hablar en su Nombre, pero su interior
estaba seducido por Jahvé, como embrujado por su presencia y
posesión, que como fuego ardiente le abrasaba los huesos
y no podía contenerlo (23, 29) (Jb. 32, 19-20) (Sal. 39, 4).
- El Salmo 31 está inspirado en estas “confesiones de Jeremías”. En 31, 14 repite esta expresión predilecta de Jeremías
que sus adversarios parodian (6, 25; 20, 3; 46, 5; 49, 29). “MAGORMISABIB” = “terror por doquier”. Así llamó a Pasjur y así amenaza en sus oráculos de
destrucción.
- Como vemos, Jeremías es figura precursora
del Mesías doliente, Jesús, que anunciará a sus discípulos todos sus “padecimientos de parte de los
ancianos, príncipes de los sacerdotes, escribas” y pueblo (Mt. 16, 21).
- Pero hay una diferencia, Jeremías clama en
su angustia venganza para sus enemigos y Jesús intercede por los mismos ante el
Padre.
Rm. 12, 1-2
1
Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros
cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto
espiritual.
2 Y
no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la
renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad
de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto.
- Estos dos versículos introductorios a la
segunda parte de la carta, parte moral, nos dan los dos elementos
fundamentales para la realización de la existencia cristiana:
1) esta tiene que cumplirse en el ofrecimiento de
los “cuerpos” como “sacrificio viviente” y como “culto espiritual de Dios”, y
2) esta tiene que contar con el “mundo presente”. El cristiano debe guardarse de la acomodación a este
mundo y en un continuo proceso de renovación espiritual conocer en cada momento
la voluntad de Dios.
(v. 1)
- Por tanto, la “exhortación” del Apóstol no suena a regla de conducta moral,
sino que por “la
misericordia de Dios” son
palabras de consuelo, edificación y aliento para los cristianos, así como una
exigencia obligatoria para ellos: el Evangelio.
- En contraposición con los cultos paganos S.
Pablo pide un culto espiritual al cristiano que consiste en el ofrecimiento de
una “víctima
viva, santa y agradable a Dios”, es decir, “nuestro cuerpo”.
- Aquí “cuerpo” no es la parte física del hombre, sino el campo
material dentro del que presta servicio en la vida. Así la vida del hombre es
una vida para Dios y para los otros (ésto último inserto en lo primero). Cuando
uno es uno mismo, es paradójicamente cuando se enajena en el servicio, en la
entrega radical de sí mismo = “sacrificio” en cristiano.
- Además este “culto es espiritual” no en cuanto espiritualista sino porque el
cristiano se sirve en el mundo del “cuerpo” para “agradar a Dios”.
(v. 2)
- Aquí la exhortación cobra relieve: no han de “amoldarse a las normas
de este mundo viejo”,
pues el cristiano ha sido justificado porque ya no pertenece a lo viejo, es
decir, al pecado, sino al “mundo nuevo”, a la economía de la gracia. (Cap. 6-8). Pero no es
abstenerse negativamente de este mundo sino transformarlo positivamente por la “renovación de la mente”: (8, 19). Esta transformación que consiste en el
conocimiento cristiano de uno mismo es también la escucha tensa y constante a
esta nueva creación que Cristo ha puesto en marcha (Gal. 6, 15; II Cor. 5, 17).
Ello me capacita a juzgar lo que es voluntad de Dios para realizar lo “perfecto”, lo “bueno” aquí y ahora mediante la obediencia que es la
respuesta dócil a este conocimiento y renovación interior de la mente.
- No clama el Apóstol por una salida del
mundo sino por un tránsito escatológico a través de él hasta el mundo de Dios.
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