"Ventana abierta"
HOY EL RETO DEL AMOR ES
PREGUNTARTE CÓMO ESTÁ TU CORAZÓN
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
GRANDE VS. PEQUEÑO
Ayer, mientras dábamos un paseo Sión y yo por la huerta,
nos acercamos a una higuera que parecía estar repleta de higos. Nos asomábamos
entre las ramas... y nada, todos aún estaban verdísimos y muy pequeños. Y ya
sabemos que, al final, nunca se terminan de dar.
Nos acercamos a otra higuera que parecía más grande
todavía, sus ramas incluso habían ocupado todo el camino; sin embargo, ésta ni
siquiera tenía frutos.
Con lo apetecibles que son los higos, no me extraña que
el Señor se “enfadara” con aquella higuera que no tenía fruto...
Pero había al lado un ciruelo raquítico, nada que ver
con la espléndida higuera, con el tronco un poco destartalado, y sin embargo,
los frutos de éste se veían por todas partes, y eso que las hermanas le habían
cogido ya muchas ciruelas para hacer confitura...
La comparación entre un árbol y el otro me ayudó a
comprender aquel gesto tan peculiar que hizo que Jesús mandara a la higuera que
se secase.
En realidad Él no estaba hablando solo de la higuera,
sino que hablaba del corazón del hombre.
La higuera es ese árbol verde, frondoso, que tiende cada
vez a hacerse más grande, que, si sabe ponerse en su lugar, da buenos frutos;
sin embargo, aquí, en nuestra tierra, el calor que hay no es suficiente para
ella: el sol no le da las horas necesarias, todo es poco... Del mismo modo,
cuando se hincha nuestro corazón, sacándonos fuera de “nuestro lugar”,
procurando ser o aparentar lo que nos gustaría ser... cuando estamos así, nada
nos llena, todo es poco, nada nos es suficiente para dar fruto...
Mientras que, para el Señor, lo único necesario para dar
fruto es la sencillez del corazón, es saberse pequeño, ciertamente; pero en Sus
manos no hay complejos, porque Él nos otorga su misma dignidad, porque Él nos
ha salvado, y lo único que se nos pide es que acojamos su salvación. Cuando
estamos así, no necesitamos grandes cosas para disfrutar, y todo lo que hacemos
resulta dar fruto casi sin darnos cuenta. Con un rayito de sol estamos
bendiciendo al Señor, y la alegría recorre nuestra vida.
Y es que la felicidad no depende de grandezas, ni de ser
el mejor o perfecto, únicamente depende de que, con un corazón sencillo, abras
tu vida a recibir el Don de Cristo.
Hoy el reto del amor es preguntarte cómo está tu
corazón. Lo importante es saber volver a colocarlo en su lugar, es no tener
miedo a ser como eres, porque ahí es donde Él se manifiesta multiplicando la
cosecha de tu vida.
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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