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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 9 de agosto de 2020

REFLEXIÓN PARA EL DÉCIMO NOVENO DOMINGO DEL T.O. (A) 9 - Agosto - 2020

"Ventana abierta"


De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA EL DÉCIMO NOVENO DOMINGO DEL T.O. (A)  


“Después del fuego, se oyó una brisa tenue…”

La lectura evangélica que nos ofrece la liturgia para hoy (Mt 14,22-33) es la misma que contemplamos el pasado martes de la decimoctava semana.

Como primera lectura (1 Re 19,9a.11-13a) se nos ofrece hoy el episodio que nos presenta al profeta Elías llegando al monte Horeb (el Sinaí) y entrando en una cueva para pasar la noche. Allí escuchó la voz del Señor que le dijo: “Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va pasar!”

Para entender bien este pasaje tenemos que ponerlo en contexto. La reina Jezabel había amenazado con dar muerte a Elías y este decidió huir del país y dirigirse al monte Horeb para ponerse a salvo. Caminó durante cuarenta días por el desierto (rememorando la marcha de cuarenta años del pueblo de Israel por el desierto) hasta legar a su destino. Durante su marcha por el desierto fue alimentado por un pan que le traían los ángeles (pan bajado del cielo). Luego, al igual que Moisés, Elías se metió en una cueva (Cfr. Ex 33,22), y allí el Señor le habló anunciándole su paso inminente. Vemos un claro paralelismo entre Moisés y Elías (los mismos personajes que se hacen presente en el pasaje de la Transfiguración). La Escritura nos está diciendo que la enseñanza de Elías está enraizada en la obra de Moisés.

La diferencia entre ambos estriba en la manifestación de la presencia de Dios. Mientras en el Éxodo vemos esa presencia manifestada con vientos huracanados, terremotos y fuego (Cfr. Ex 19), en el caso de Elías es todo lo contrario: Cuando el Señor le dijo que saliera de la cueva y se pusiera de pie, porque Él iba a pasar, “vino un huracán tan violento que descuajaba los montes e hizo trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva”.

Contrario a los pueblos paganos (y el mismo pueblo de Israel antes de Elías), que asociaban los fenómenos naturales a la presencia de Dios, este se le presenta a Elías como el sonido de una “brisa tenue”, como un susurro. El susurro se define como “el silbido de un silencio tenue”. Esto nos evoca aquella suave brisa de que la habla Jesús a Nicodemo (Jn 3,8). Elías nos anuncia una nueva forma de ver a Dios.

Y es que así es Dios; se nos manifiesta sin ruidos, sin sonido de trompetas, sin coros de ángeles. Se manifiesta en las cosas sencillas, cotidianas de la vida. Cuentan que Santa Teresa tuvo su primer arrebato místico mientras fregaba los trastes en el convento…

Muchas veces, especialmente en esos períodos de aridez espiritual que sufrimos, que nos hacen clamar: “Señor, ¿Dónde estás? ¡Muéstrame tu rostro!”, finalmente descubrimos que no lo encontramos porque lo buscamos en el lugar equivocado; ha estado “escondiéndose” a plena vista, en los hambrientos, los sedientos, los inmigrantes, los desnudos, los enfermos, los presos… (Cfr. Mt 25,31-46).

Hoy, día del Señor, pidámosle que nos conceda la gracia de encontrarle en las cosas sencillas de cada día.

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