"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL
SÁBADO DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA
“Si a mí me han perseguido, también a vosotros
os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra”.
En la lectura del evangelio que nos presenta la
liturgia para hoy (Jn 15,18-21), que forma parte de la gran oración de Jesús en
la última cena, Él le dice a los apóstoles: “Si fuerais del mundo, el mundo os
amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido
sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia”. En el evangelio que leíamos
ayer ya Jesús les había manifestado que fue él quien les eligió, y hoy vemos
que a reglón seguido les advierte que han de seguir su misma suerte. Ya desde
la presentación en el Templo, Simeón había profetizado que el niño iba a ser
signo de contradicción (Lc 2,34).
Jesús nos ha “sacado de este mundo” para que
anunciemos a todos un nuevo modo de comprender el mundo y la vida, la Buena
Noticia, que es Palabra de Dios, palabra que es viva y eficaz “y más cortante
que espada alguna de dos filos”, que “penetra hasta la última división entre
alma y espíritu, articulaciones y médulas; y discierne sentimientos y
pensamientos del corazón (Hb 4,12). Por eso, los que están “en el mundo” se
sienten señalados y se incomodan ante el anuncio de la Palabra. De ahí que el
mundo nos “odie”, nos persiga, como lo hicieron con Él.
Jesús sigue invitándonos a seguir sus pasos, a
compartir su destino, pero nos advierte que el precio puede ser alto. Y tú,
¿estás dispuesto a seguirle?
Antes de contestar esa pregunta, echemos un
vistazo a la primera lectura (Hc 16,1-10), en la que continuamos viendo la
acción decidida del Espíritu Santo en la expansión de la Iglesia por el mundo
greco-romano, y cómo guía a los discípulos en esa misión: “Como el Espíritu
Santo les impidió anunciar la palabra en la provincia de Asia, atravesaron
Frigia y Galacia. Al llegar a la frontera de Misia, intentaron entrar en
Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió. Entonces dejaron Misia a
un lado y bajaron a Troas”. Aquella noche Pablo tuvo una visión en la que
se le apareció un macedonio, de pie, que le rogaba ir a Macedonia a ayudarlos.
Pablo y Timoteo partieron de inmediato para Macedonia, seguros de que Dios los
llamaba a predicar el Evangelio a los macedonios.
Está claro, es Jesús quien escoge y convoca a
sus discípulos, y a través de su Santo Espíritu los envía y les dice cuándo y
dónde tienen que evangelizar. Por eso tenemos que aprender a orar, invocar,
adorar, y ser dóciles al Espíritu Santo. Si intentamos valernos tan solo de
nuestras propias fuerzas y capacidades, y llevar el mensaje de salvación a
donde nos parezca, nuestra predicación será estéril. Tal vez podremos presentar
una imagen “estática” de Jesús, pero seremos incapaces de transmitir el fuego
que solo la experiencia del amor entre el Padre y el Hijo que se derrama sobre
nosotros en la forma del Espíritu Santo puede brindarnos.
Que pasen un hermoso fin de semana, recordando
visitar la Casa del Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario