"Ventana abierta"
Ascensión
P. Leonardo Molina García S.J.
ASCENSIÓN Y ENTRONIZACIÓN DE JESÚS. Ciclo
C
José Luis Sicre
Un peligro que conviene evitar
De las tres lecturas de esta fiesta, dos
son fáciles de entender: los dos relatos de la Ascensión escritos por Lucas al
final del evangelio y al comienzo del libro de los Hechos; en cambio, la carta
a los Efesios puede resultar un galimatías casi ininteligible. Corremos el
peligro de pasarla por alto, aunque es la que da el sentido de la fiesta. Ascensión
y entronización son las dos caras de la misma moneda.
Una sola cadena de televisión con dos
visiones muy distintas
Los dos textos de Lucas (Hechos de los
Apóstoles y evangelio) se prestan a una interpretación muy simplista, como si
el monte de los Olivos fuese una especie de Cabo Cañaveral desde el que Jesús
sube al cielo como un cohete. Cualquier cadena de televisión que hubiera
filmado el acontecimiento habría ofrecido la misma noticia, aunque hubiera
variado el encuadre de las cámaras.
En este caso solo hay presente una cadena
de televisión: la de Lucas. Los otros evangelistas no cuentan la noticia. Pero
Lucas ha elaborado dos programas sobre la Ascensión, y cuenta lo ocurrido de
manera muy distinta, con notables diferencias. Eso demuestra que para él lo
importante no es el hecho histórico sino el mensaje que desea transmitir. Tanto
el evangelio como Hechos podemos dividirlos en dos partes: las palabras de
despedida de Jesús y la ascensión. Para no alargarme, omito la introducción al
libro de los Hechos.
Palabras de despedida de Jesús
En el evangelio, Jesús dice a los discípulos que su
pasión, muerte y resurrección estaban anunciadas en las Escrituras. Lo ocurrido
no debe escandalizarlos ni hacerles perder la fe. Todo lo contrario: deben
predicar la penitencia y el perdón a todos los pueblos. Para llevar a cabo esa
misión necesitan la fuerza del Espíritu Santo, que deben esperar en Jerusalén.
En el libro de los Hechos se repite lo esencial: esperar al Espíritu
Santo; pero se añaden dos temas: la preocupación política de los discípulos y
la idea de ser testigos de Jesús en todo el mundo (cosa que en el evangelio
sólo se insinuaba).
La ascensión: dos relatos de Lucas muy
distintos
· En el Evangelio, Jesús bendice antes de
subir al cielo (en Hch, no).
· En Hechos una nube oculta a Jesús (en el
evangelio no se menciona la nube).
· En el evangelio, los discípulos se
postran (en Hch se quedan mirando al cielo).
· En el evangelio vuelven a Jerusalén; en
Hch se les aparecen dos personajes vestidos de blanco.
¿Cuál es el mensaje?
Dadas estas diferencias, ¿cuál es el
mensaje que pretende transmitir Lucas?
La explicación hay que buscarla en la
línea de la cultura clásica greco-romana, en la que se mueve Lucas y la
comunidad para la que él escribe. También en ella hay casos de personajes que,
después de su muerte, son glorificados de forma parecida a la de Jesús. Los
ejemplos que suelen citarse son los de Hércules, Augusto, Drusila, Claudio,
Alejandro Magno y Apolonio de Tiana. Estos ejemplos confirman que los relatos
tan escuetos de Lucas no debemos interpretarlos al pie de la letra, como han
hecho tantos pintores, sino como una forma de expresar la glorificación de
Jesús. El final largo del evangelio de Marcos subraya este aspecto al añadir
que, después de la ascensión, Jesús “se sentó a la derecha de Dios”. Y esto es
lo que afirma también la Carta a los efesios.
No Ascensión, sino entronización (2ª
lectura)
La carta a los efesios no habla de la
ascensión. Pasa directamente de la resurrección de Jesús al momento en que se
sienta a la derecha de Dios y todo queda sometido bajo sus pies. Por desgracia,
la parte final, que es la más relacionada con la fiesta, y la más clara, está
precedida de una oración tan recargada que resulta confusa. La idea de fondo es
clara: Dios nos ha concedido tantos favores y tan grandes (vocación, herencia
prometida en el cielo, resurrección) que resulta difícil entenderlos y
valorarlos. Igual que nos sentimos abrumados por la inmensidad del universo, no
logramos comprender lo mucho que Dios ha hecho y hace con nosotros. Por eso
pide “espíritu de sabiduría”, “conocimiento profundo”, que Dios “ilumine los
ojos de vuestro corazón”. Y para aclarar la grandeza del poder que actúa en
nosotros, habla del poder con que resucitó a Cristo y lo sentó a su derecha,
sometiendo todo bajo sus pies.
Resumen
Ante la ascensión no debemos tener
sentimientos de tristeza, abandono o soledad, al estilo de la Oda de fray Luis
de León (“Y dejas, pastor santo, tu grey en este valle hondo, oscuro, con
soledad y llanto…”). Como dice el evangelio, la marcha de Jesús debe provocar
una gran alegría y el deseo de bendecir a Dios. Porque lo que celebramos es su
triunfo, como demuestran los textos de la cultura greco-romana en los que se
inspira Lucas y subraya la carta a los Efesios. Viene a la mente la imagen del
acto de fin de carrera, cuando el estudiante recibe su diploma y la familia y
amigos lo acompañan llenos de alegría.
Al mismo tiempo, las palabras de despedida
de Jesús nos recuerdan dos temas capitales: el don del Espíritu Santo, que
celebraremos de modo especial el próximo domingo, y la misión “hasta el fin del
mundo”. Aunque estas palabras se refieren ante todo a la misión de los apóstoles
y misioneros, todos nosotros debemos ser testigos de Jesús en cualquier parte
del mundo. Para eso necesitamos la fuerza del Espíritu, y eso es lo que tenemos
que pedir.
Apéndice: textos de la cultura grecolatina
relacionados con la ascensión.
A propósito de Hércules escribe Apolodoro
en su Biblioteca Mitológica: “Hércules... se fue al monte Eta, que
pertenece a los traquinios, y allí, luego de hacer una pira, subió y ordenó que
la encendiesen (...) Mientras se consumía la pira cuenta que una
nube se puso debajo, y tronando lo llevó al cielo. Desde entonces
alcanzó la inmortalidad...” (II, 159-160).
Suetonio cuenta sobre Augusto: “No faltó
tampoco en esta ocasión un ex-pretor que declaró bajo juramento que había visto
que la sombra de Augusto, después de la incineración, subía a los cielos” (Vida
de los Doce Césares, Augusto, 100).
Drusila, hermana de Calígula, pero tomada
por éste como esposa, murió hacia el año 40. Entonces Calígula consagró a su
memoria una estatua de oro en el Foro; mandó que la adorasen con el nombre de
Pantea y le tributasen los mismos honores que a Venus. El senador Livio
Geminio, que afirmó haber presenciado la subida de Drusila al cielo, recibió en
premio un millón de sestercios.
De Alejandro Magno escribe el Pseudo
Calístenes: “Mientras decía estas y otras muchas cosas Alejandro, se extendió
por el aire la tiniebla y apareció una gran estrella descendente del cielo
hasta el mar, acompañada por un águila, y la estatua de Babilonia, que llaman
de Zeus, se movió. La estrella ascendió de nuevo al cielo y la acompañó el
águila. Y al ocultarse la estrella en el cielo, en ese momento se durmió
Alejandro en un sueño eterno" (Libro III, 33).
Con respecto a Apolonio de Tiana, cuenta
Filóstrato que, según una tradición, fue encadenado en un templo por los
guardianes. “Pero él, a medianoche se desató y, tras llamar a quienes lo habían
atado, para que no quedara sin testigos su acción, echó a correr hacia las
puertas del templo y éstas se abrieron y, al entrar él, las puertas volvieron a
su sitio, como si las hubiesen cerrado, y que se oyó un griterío de muchachas
que cantaban, y su canto era: Marcha de la tierra, marcha al cielo,
marcha” (Vida de Apolonio de Tiana VIII, 30).
Sobre la nube véase también Dionisio de
Halicarnaso, Historia antigua de Roma I,77,2: “Y después de
decirle esto, [el dios] se envolvió en una nube y, elevándose de la tierra, fue
transportado hacia arriba por el aire”.
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