"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL VIERNES
DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA
“Esto les mando: que se amen unos a otros”.
“Esto les mando: que se amen unos a otros”. Con
este mandato de parte de Jesús comienza y cierra el evangelio para hoy (Jn
15,12-17). Es con este mandamiento que Jesús “lleva a plenitud la ley”, y nos
libera de aquella “pesada carga” en que los fariseos y sacerdotes de su tiempo
habían convertido la Ley de Moisés. Ya no se trata de un mero cumplimiento
ritualista, se trata de entender y cumplir los mandamientos desde una nueva
óptica; la óptica del amor, conscientes de que hemos sido elegidos por Dios,
por mera gratuidad, por amor, con todos nuestros defectos. Y Él mismo nos ha
destinado para que vayamos y prodiguemos ese amor y demos fruto, y nuestro
fruto perdure.
Este celo de dar a conocer la Buena Nueva del
Reino de Dios, que está cimentado en el amor, es lo que impulsa a los apóstoles
en la primera lectura de hoy (Hc 15,22-31) a enviarles una palabra de aliento a
aquellos primeros cristianos de Antioquía que estaban angustiados ante las
pretensiones de los judaizantes y los fariseos convertidos al cristianismo,
quienes predicaban que los paganos que se convertían tenían que observar las
leyes y preceptos judíos, incluyendo la circuncisión. Ellos se sintieron amados
por Dios, y ese amor es tan intenso que hay que compartirlo con todos, sin
importar que sean “diferentes”.
Y el que dispensa ese amor es el Espíritu Santo
que, como hemos dicho anteriormente, es el Amor que se profesan el Padre y el
Hijo que se derrama sobre nosotros. Ese Espíritu fue el que llevó a los
participantes de aquél primer sínodo de Jerusalén a decidir que no era
necesario “judaizarse” para hacerse cristiano; que bastaba con creer en Jesús y
en la Buena Noticia del Reino para pertenecer a la Iglesia, el nuevo Pueblo de
Dios. Por eso preceden su mensaje con las palabras: “Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros,…”
El mensaje de Jesús es sencillo: “Esto les
mando: que se amen unos otros”. En ese corto mensaje está encerrada toda su
doctrina. Porque su Palabra es la fuente inagotable de alegría; de la verdadera
“alegría del cristiano”. Por eso la primera lectura nos dice que: “Al leer
aquellas palabras alentadoras, se alegraron mucho”.
“Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros”…
¿Invocas al Espíritu Santo cada vez que tienes que tomar una decisión
importante? ¿Te acercas con humildad a María, la madre de Jesús, la
“sobreabundante”, para que comparta contigo esa Gracia divina que ha hecho
maravillas en ella (Cfr.
Lc 2,49)?
Hoy Jesús continúa diciéndonos lo mismo: “Esto les mando: que se amen unos a otros”. ¿De verdad crees en Jesús y le crees a Jesús? ¡Que se te note!
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